Mowgli (Neel Sethi) es un niño que se crió en la selva bajo el cuidado de Raksha y Akela, líderes de una comunidad de lobos. Durante el periodo de sequía en el que las diferentes especies animales hacen un pacto de paz para poder asistir a la región donde hay agua, el temible tigre Shere Khan lanza una brutal amenaza: eliminar al cachorro antes de que se convierta en hombre. Empujado a abandonar el único hogar que conoce, Mowgli se embarca en un trepidante viaje de autodescubrimiento, guiado por su mentor –una pantera de nombre Bagheera– y su afable amigo –el oso Baloo–. En el camino, el niño se encuentra con criaturas como Kaa, una pitón de voz seductora y mirada hipnótica, y el rey Louie, un enorme orangután que ambiciona conseguir la herramienta más poderosa del hombre: el fuego.
Al igual que Avatar (James Cameron, 2009) y Life of Pi (Ang Lee, 2012), esta nueva versión de El libro de la selva (The Jungle Book, 2016), dirigida por Jon Favreau (Iron Man, 2008; Chef, 2014), combina a la perfección la acción real con animales y paisajes hiperrealistas mediante la sofisticada tecnología CGI (imágenes generadas por computadora) con la intención de sumergir al espectador en un mundo encantador y exuberante. Favreau tomó el riesgo de liberarse de la captura de movimiento, y los actores sólo prestan las voces a los animales. En ese sentido, el pequeño y debutante Neel Sethi es el único personaje humano en la película, y aprendió a interactuar con pantallas verdes durante el rodaje. El filme logra recuperar parte del espíritu de las lecciones morales en torno a la naturaleza humana –desde la vergüenza hasta el dolor, y pasando por el miedo, la duda y la valentía– planteadas por el escritor británico, Rudyard Kipling, en su colección de relatos también conocida como El libro de las tierras vírgenes (1894). En el clásico de 1967, Mowgli es un huérfano que tiene la íntima misión de hallar su lugar en el mundo: ¿Soy un lobo? ¿Un elefante? ¿Un oso? fueron algunos de los tempranos cuestionamientos que se planteó el niño hasta que finalmente accedió a ser él mismo: un ser humano. Esta nueva versión retoma aquel planteamiento y logra expandirlo un escalón más arriba: Mowgli comprende la diferencia entre ser niño y el resto de los animales. Él logra sacarle provecho a su mayor poder: la capacidad humana para manipular los recursos que tiene a su alrededor y crear nuevas y útiles herramientas. Esa característica se convierte en la fuente del conflicto con los animales, especialmente con Shere Khan, un tigre motivado por el deseo de venganza, pero que no es conducido por el cliché de la locura desenfrenada del villano, sino que se trata de una lucha personal para calmar el dolor que el hombre le causó en el pasado. Incluso, un gran mérito del guión de Justin Marks (Street Fighter: The Legend of Chun-Li, 2009) es que el tigre no ve al humano como un peligro contra su supremacía, sino como una amenaza contra todos los animales de la selva. Además, destaca el tratamiento que recibieron otros de los personajes: Bagheera ya no es la figura de la madre preocupada, ahora es un padre dominante; mientras que Baloo es un estafador que se hace amigo del niño sólo por beneficio propio. El filme mantiene el tono cordial y cariñoso del clásico animado y le rinde tributo a su predecesor al recrear varios momentos icónicos como el recorrido en el río que emprende Mowgli sobre el vientre de Baloo y la interpretación de los temas musicales “I Wanna Be Like You” y “Bare Necessities”.
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Fecha de estreno en México: 15 de abril, 2016, con preestreno el 8 de abril.