La maestra (Ucitelka, 2016) inicia con una primera toma de un salón de clases a finales del verano, un grupo de niños entra al lugar y van dejando sus pertenencias a un costado de la entrada; de la misma forma, un grupo de padres (sus padres) entran al mismo salón y van dejando sus abrigos en el mismo lugar que sus hijos dejaron sus cosas, pero ahora se trata de una fría noche de invierno. Esta es la primera pista sobre el juego de temporalidades que utiliza el director Jan Hrebejk y su guionista de cabecera Petr Jarchovsky para contarnos esta historia. Volvemos al final del verano, María Drazdechova (Zuzana Mauréry) es la nueva maestra, y en lo que uno pensaría que es un inocente ejercicio para lograr confianza, pregunta a cada alumno su nombre y la profesión de sus padres, la respuesta de cada niño es anotada meticulosamente en una libreta por Drazdechova. En un suave desenvolvimiento del guion, volvemos nuevamente al invierno, los padres conversan sobre si es pertinente que la maestra Drazdechova continúe dándole clases a sus hijos. Lo que en un momento imaginamos como una pregunta extraña pero inofensiva, termina siendo un mecanismo de poder que utiliza la docente para obtener lo que quiere. Ubicada en Bratislava, en lo que anteriormente era Checoslovaquia durante la última década del comunismo, la película expone los vicios de un sistema que presume de una igualdad que sólo funciona en teoría.
El cineasta Jan Hrebejk, quien previamente ya había realizado una crítica de los estados totalitarios en El amor en tiempos de odio (Musíme si pomáhat, 2000), vuelve a cuestionar este tipo de formas de gobierno en La maestra, donde una mujer con alto rango militar en un estado socialista vive pidiendo favores a los padres de sus alumnos, dando a cambio un trato especial hacia los niños de aquellos que cooperen. Pero no todos los padres se moldean a sus órdenes, Marek Kucera (Csongor Kassai) es un contador que trabaja en el aeropuerto, por lo que Drazdechova al saber esto, pide que este mande por avión un pastel a la Unión Sovietica, pero el hombre se niega ya que ese acto puede costarle el empleo, así que la maestra comienza a humillar en clase a Katka, la hija del hombre. Podría considerarse que este tipo de agresiones son banales, pero la forma en que el guion se desarrolla da a entender que ninguna acción es gratuita, todo está hilvanado de esa forma por una razón. La rebeldía no sólo se castiga dentro de ese pequeño círculo de poder, sino que también se expone como una dolencia del Estado, pues vemos a Václav Littman (Peter Bebjak), un respetado astrofísico, ser castigado por la subversión de una esposa que huye al Este y pasa de ser un reconocido profesor a limpiar los cristales de restaurantes para poder vivir. El estudio que el director hace de la sociedad, el poder y la indiferencia sirven no sólo como una crítica a un sistema educativo, sino que sobrepasa esa barrera y se instaura en un nivel social donde es necesario cuestionar qué tan fina es la línea entre el apoyo y la corrupción. Foucault decía: “En todo lugar hay poder, el poder se ejerce, nadie es su dueño o poseedor, sin embargo sabemos que se ejerce en una determinada dirección, no sabemos quién lo tiene, sabemos quién no lo tiene”.
'La maestra' forma parte de la 64 Muestra Internacional de Cine.
Se exhibe en la Cineteca Nacional del 25 al 30 de marzo; consulta aquí los horarios.