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El voyeurismo es una conducta que adquiere distintas formas en las películas de Alfred Hitchcock. Este comportamiento –asociado al placer que se desprende de la observación– oscila desde el espionaje en un ambiente de vigilancia y control como en Topaz (1969) hasta la sofisticada y plena identificación que la audiencia tiene con el voyeur como en Psicosis (1960) y La ventana indiscreta (1954). En este sentido, el voyeurismo en Hitchcock va más allá del acto de observar a personas en situaciones eróticas con la intención de obtener excitación o placer sexual; el director británico entiende el voyeurismo en un sentido amplio, que incluye un nivel metatextual que apela al público: ¿Qué tan consciente es el espectador de observar la vida de los otros (personajes de la ficción cinematográfica) con la intención de experimentar emociones, placeres, culpas y deseos?
Para Hitchcock, “todos somos voyeurs”. En una ocasión el maestro del suspenso le dijo a su colega, François Truffaut, a propósito de La ventana indiscreta:
Sí, el hombre era un voyeur, pero ¿no somos todos voyeurs? Le apuesto que nueve de cada diez personas si contemplan al otro lado del patio a una mujer que se desnuda antes de irse a acostar, o simplemente a un hombre que ordena las cosas en su habitación, no pueden evitar mirarlo […] Se mantienen ahí; no se apartan. Podrían bajar las persianas, pero no lo hacen; se paran ahí y miran hacia fuera.
The Voyeurism Of Hitchcock, un nuevo supercut editado por Jorge Luengo Ruiz, recopila el amplio espectro de las miradas voyeuristas al interior de los filmes de Hitchcock, desde The 39 Steps (1935) hasta Family Plot (1976), pasando por Rebecca (1940), Strangers on a Train (1951) y Vertigo (1958), entre muchos otros filmes.
LFG (@luisfer_crimi)
Fuente: Jorge Luengo (Vimeo)