Reseña, crítica Ginger y Rosa - ENFILME.COM
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FICHA TÉCNICA
Ginger & Rosa
Ginger y Rosa
 
Reino Unido / Dinamarca / Canadá / Croacia
2012
 
Director:
Sally Potter
 
Con:
Elle Fanning, Alice Englert, Oliver Platt
 
Guión:
Sally Potter
 
Fotografía:
Robbie Ryan
 
Edición:
Anders Refn Duración:
90 min.
 

 
Ginger y Rosa
Publicado el 23 - Jul - 2013
 
 
Sally Potter entrelaza el doloroso contexto socioeconómico y político de la época con los conflictos íntimos de dos adolescentes británicas: Ginger y Rosa. - ENFILME.COM
 

Por Verónica Sánchez (@SofiaSanmarin)

Es 1968 y Ginger (Fanning) y Rosa (Englert), dos amigas adolescentes de diecisiete años que han crecido juntas desde pequeñas en Londres, viven a la distancia –aunque con fervor– una lejana crisis de misiles que acaece en lo que para ellas es una mítica Cuba, justo en el apogeo de la Guerra Fría. Ambas deambulan con su revolución hormonal e ideológica a cuestas. Hablan sobre el amor, la religión, la política, sueñan con vidas exitosas y convertirse en figuras públicas y admiradas; Ginger es pelirroja e ingenua y Rosa morena, determinada y sensual. La primera se interesa por la poesía y la protesta, mientras que la segunda se divierte y enseña a su camarada a armar cigarrillos y besar chicos. Ginger cree en el poder del activismo político y Rosa en una espiritualidad etérea, sin repercusiones en lo material. Ginger aspira a ser como T. S. Eliot, una figura intelectual, un poeta brillante, arriesgado y meticuloso, con una necesidad de escribir el poema de su época, y Rosa... un personaje de Emily Brontë: encontrar el amor de su vida, sufrir, reír, vivir y morir por él. Perdurar en el tiempo con una obra es la aspiración para Ginger. Rosa vive el momento al más puro estilo de la clásica femme fatale (aún con guiños a Lolita de Nabokov), citadina, aspirante a cosmopolita, y con una inocencia resguardada y violentada por su precocidad. Todo sea por no parecerse a sus madres. Viven la paradoja del adolescente al unísono, pero sus sueños de grandeza y trascendencia se bifurcan: la inmortalidad del arte frente se contrapone a la visceralidad del carpe diem.

Estos dos elementos que Sally Potter retoma de temas antiguos como la propia epopeya de Gilgamesh, pues la búsqueda de perpetuidad en las obras que distingue a Ginger (el Gilgamesh de la película) sólo es tan fuerte como la pasión socialmente inaceptable de Rosa (el Enkidú para el filme de Sally Potter) y estas dos características opuestas están siempre latentes en la heroicidad de las épicas medievales –amorosas y de caballería– o la literatura romántica –particularmente la novela británica–. Lancelot es Rosa, el Rey Arturo devastado por la traición, Ginger. Y así, de forma sucesiva con el resto de los iconos amorosos.

El presente y la confrontación de los dos espíritus complementarios pronto deriva en guerra fría entre las adolescentes. La amenaza creciente de la catástrofe nuclear y un secreto entre ellas –de esos capaces de quebrar los lazos más resistentes–, ponen a prueba lo más importante de esa etapa de la vida: la amistad.

Las amigas comparten, entre otras cosas, el día de nacimiento en el año 1945, fin de la II Guerra Mundial gracias al horror de las armas nucleares que destruyeron Hiroshima y Nagasaki. Por si fuera poco, existe una relación fuerte entre sus progenitoras, la madre soltera de Rosa, Anoushka (May) y la madre pintora frustrada e inestable de Ginger, Natalie (Hendricks). Como era de esperarse –Freud nunca tuvo yerro en este punto– comparten la rebeldía contra sus madres, habitan el mismo vecindario, escuchan los mismos discos de jazz, y a su manera emulan la moda de la época (pantalones ajustados, cabello alaciado por peligrosas planchas para ropa, maquillaje estilo Sophia Loren). Sus padres se hacen presentes por la ausencia: uno abandonó a su hija y su mujer (el de Rosa), y el otro hace lo posible por apartarse de su pareja y sus responsabilidades paternas (el de Ginger). Esto alimenta un universo lleno de empatía y búsquedas similares en materia de divertimento, no en aficiones o intereses intelectuales.

Sally Potter entrelaza el doloroso contexto socioeconómico y político de la época con los conflictos íntimos de los personajes. La madurez es un estadio doloroso, hasta cierto grado pesimista en los hechos, esperanzador en los sueños que se sostienen a pesar de las tormentas –Ginger piensa que puede ayudar a salvar al mundo de una catástrofe y Rosa busca su salvación por medio del amor–; Potter no evade la tragedia, la utiliza como contrapunto: el proceso está cargado de tormento, decepción y contradicciones (idealismo, frustración, curiosidad, celos) en la mirada de Ginger.

Ginger y Rosa es una película de espíritu rebelde que reflexiona sobre la juventud, la sociedad y la hipocresía. Refleja la agitación que se vivía en el Londres de 1968 –en su mayoría protagonizada por intelectuales y estudiantes al tanto de los movimientos en Francia y otras partes del mundo, aunque en un contexto disímil a, por ejemplo, el mexicano– cuyas protestas llegaron a poner en jaque al gobierno británico. Este tiempo convulso no solo sirve de escenario para la inusual relación que mantienen las protagonistas que se descubren a sí mismas con el paso de los días, también es una mirada nostálgica por parte de Potter a una manera de vivir, sentir y pensar en el que ella se vio inmersa –su primer cortometraje experimental, que realizó durante su participación en la Cooperativa de Cineastas de Londres, data de 1969– pero que no excluye el drama central del individuo: la conciencia de que el mundo no funciona como nos gustaría o como creemos que debería de funcionar.

El padre de Ginger, Roland (Nivola), un profesor de filosofía abiertamente pacifista, seguidor del liberalismo tras haber permanecido un tiempo en prisión, con un pasado oscuro, aparece ante las jóvenes como una figura romántica y bohemia que alienta el incipiente activismo de su hija. Rosa comienza a sentir un interés que sobrepasa la admiración. Lo cual se confirma durante un viaje en una embarcación donde van Ginger, Rosa y Roland.

Cuando parece que el mundo entero está por llegar a su fin con la separación de sus padres, la relación secreta de su papá y la traición de su amiga, la fuerza emocional de Ginger cae en picada. Primero: los celos, inseguridades y deseos reprimidos. La chica se aferra a salvar al mundo de la extinción y solo encuentra consuelo al convivir con una pareja homosexual, amigos de su familia, ambos de nombre Mark (Timothy Spall y Oliver Platt), y su amiga estadounidense, la poeta Bella (Annette Bening). Antes de que acabe el mundo, Ginger estalla. Pero ese estallido no es, en absoluto, una forma de destrucción disfrazada de compromisos sociales, sino la máscara del dolor que busca impedir que el resto de su mundo acabe por obra del egoísmo. Las personas con las que convive, han decidido obedecer a sus pasiones, no a sus afectos. Y Ginger es, por supuesto, la principal afectada.

Con Ginger y Rosa, Sally Potter construye un relato sereno que va ascendiendo en un dramático crescendo, intimista, colmado de atmósferas nostálgicas, otoñales, un lirismo visual que bebe de la fotografía de los años setenta –aunque renuncia a los experimentos visuales que ella realizaba en ese entonces, y adopta una narrativa convencional- que captura el ambiente general de la bohemia británica de izquierda de la época. Es a la vez, una mirada humanista que evita juzgar y se esfuerza por comprender el comportamiento de sus personajes. La fotografía dota a la cinta de un impecable sentido del color y la composición y su cuidadoso uso del diseño de montaje de sonido deviene en una especie de taquigrafía emocional.

Potter explora el universo femenino a través de los miedos, los sueños, las emociones más recónditas de las dos delicadas y bellas adolescentes: Elle Fanning (hermana menor de Dakota Fanning) y Alice Englert (hija de Jane Champion). Dos notables intérpretes en los papeles principales.

Pero es en Fanning en quién recae el mayor peso de la historia. Es tal la madurez de su mirada y la amplitud de sus recursos dramáticos que la joven es capaz de condensar todos los sentimientos y cambios turbulentos de su personaje, una aspirante a poetisa. Y es que la película, fiel a su título, es en su suma la crónica de su relación con Rosa. Un viaje iniciático en el que se muestra que el pasaje a la madurez está cargado de dolor y decepción.

Junio 28, 2013.


 
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