Reseñas en blanco y negro: El odio - ENFILME.COM
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FICHA TÉCNICA
La Haine
El odio
 
Francia
1995
 
Director:
Mathieu Kassovitz
 
Con:
Vincent Cassel, Hubert Koundé, Saïd Taghmaoui
 
Guión:
Mathieu Kassovitz
 
Fotografía:
Pierre Amïn
 
Duración:
96 min.
 

 
El odio
Publicado el 05 - Ene - 2011
 
 
El blanco y negro le va bien a La Haine, filme que hizo historia en Francia por presentar de forma realista un  tema que se extrema en los tonos graves de una problemática social de  vívido contraste. - ENFILME.COM
 
 
por Daniel Tena

La realidad se ve mejor en blanco y negro

Por Daniela Tena

Decía Octavio Paz que la realidad es más real en blanco y negro, como si despojada de sus matices y su color nos revelara una verdad más clara. El blanco y negro le va bien a La Haine, filme que hizo historia en Francia por presentar de forma realista un tema que se extrema en los tonos graves de una problemática social de vívido contraste.

Amanecen las aguas revueltas en un banlieue (suburbio) de París; tras un enfrentamiento con la policía, un joven resultó herido de gravedad y un policía ha extraviado su arma. Los ánimos de las pandillas del barrio están caldeados y el odio crece conforme avanzan las sombras sobre las plazas vacías. Saïd (Taghmaoui), de origen árabe, Hubert (Koundé), un boxeador africano, y Vinz (Cassel), judío, son un trío de jóvenes inquietos sin escuela, sin trabajo y con un futuro poco claro que ha encontrado en Abdel (Ahmed), quien yace herido en un hospital, la excusa perfecta para dar rienda suelta a su resentimiento social y sus crecientes niveles de testosterona sin cauce.

Como casi todos los jóvenes de su barrio, el alto nivel de desempleo y la incertidumbre respecto al futuro, los encierra en el presente y sus espacios domésticos, empujándolos a la supervivencia cotidiana. Decepcionados de las ilusiones que les vendieron en la escuela, en un país en donde tienen derecho a la educación pero no a ascender en la escala social que está demarcada racialmente. No importa que tengan papeles franceses, su procedencia siempre será motivo de estigma social.

Los tres amigos, que no se fían ni de sus más cercanos, han aprendido a abrirse paso en un entorno hostil lleno de injusticias y traiciones. Sentados en un pozo de rencor y de rabia acumulada, ven pasar los días en parajes urbanos de arquitectura desierta, en donde siempre hay que estar buscando líos para no morir de aburrimiento. La reciente revuelta resulta un viento fresco en la aridez cotidiana, detonando la construcción de planes de venganza. Vinz ha recuperado el arma perdida y, cegado por el poder que le otorga, ha prometido que si Abdel muere, irá a cobrarse su vida con la de un policía.

"Ellos viven ahí donde están, sin conciencia de un afuera. Ellos viven el tiempo presente, sin futuro, sin recuerdos del pasado." Mathieu Kassovitz

La Haine se adelantó a denunciar la mecha encendida de una bomba que estallaría diez años más tarde, no sólo en los banlieues sino en el centro de París y otras ciudades europeas. Miles de automóviles quemados, instalaciones públicas destruidas, 2,800 personas detenidas y la declaración de un estado de emergencia, fue el saldo que dejaron los enfrentamientos en Francia entre octubre y noviembre de 2005. Esta revuelta social, considerada como la más importante después del movimiento estudiantil de 1968, fue detonada tras la muerte por electrocución de tres jóvenes que huían de una persecución policial en Clichy-sous Bois, suburbio de Seine Saint-Denis al noreste de París.

Los actos de violencia en los suburbios parisinos, tienen como telón de fondo la degradación en las condiciones de vida de los sectores populares, consecuencia de la crisis económica y el desempleo masivo en la segunda mitad de los setenta. Banlieue (suburbio) viene de bannir, mettre au ban, que quiere decir excluir, desterrar; los suburbios en la periferia de la capital es adonde se relega a los “indeseables”. En los últimos 20 años, las políticas urbanas en Francia han optado por concentrar en barrios periféricos a familias numerosas que generalmente proceden de comunidades étnicas distintas a la francesa. Las estrategias de represión y hostigamiento policial constante en las cités, alentadas por Nicolás Sarkozy quien tras la revuelta declaró estar “decidido a limpiar la escoria”, dejan traslucir que las relaciones sociales en Francia son una cuestión primordial de seguridad.

El director Mathieu Kassovitz (Ríos de color púrpura, 2000), que también encarnó al amante legendario de Amelie Poulain, no pretende presentar a sus personajes como mártires de un sistema represivo sino por el contrario, nos deja ver su lado sórdido. Es justo todo aquello que los personajes no son capaces de ver en sí mismos, cegados por el odio y la marginación, lo que resulta más interesante del planteamiento cinematográfico de Kassovitz. Ese odio ancestral que habita en las comunidades excluidas es una furia que se transmite de manera inconsciente entre padres e hijos, entre amigos, entre vecinos, y que todo el grupo hace suyo de manera mecánica.

Cuando Vinz y sus secuaces van al centro de París, entran en contacto circunstancial con otras realidades, pero no hay intercambio posible, están vueltos hacia el interior de una realidad impermeable, sin diálogo ni reflexión. No importa adónde vayan, viven encerrados en sus pequeños universos locales. Ellos mismos son el suburbio, lo marginal deviene actitud y comportamiento.

 

 
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