Por Sofía Ochoa (@SofOchoa)
Convertirse en la sombra de alguien es darle,
de hecho, una doble vida, una existencia paralela.
-Jean Baudrillard, Please Follow Me
La explicación
Hay una película con un objeto crucial, un tótem, se trata en realidad de un objeto robado, robado de los sueños de la amada; ese objeto la vinculaba con el mundo y, una vez transgredido, es su puerta hacia la muerte. Al interferir en la posesión íntima, el ladrón le roba la vida a su dueña. Ya. La película es El origen (Inception, 2010); el objeto, cualquier cosa pequeña, pesada y personalizada que sirva como vínculo con la realidad, una perinola metálica, en este caso; el ladrón, Cobb (Leonardo Di Caprio); el director, Christopher Nolan.
1998, mismo director, su ópera prima, Following, y esta primera escena: un close up a las manos enguantadas de un invasor, que buscan en una caja a la velocidad de un robo ¿joyas, dinero? Nada de eso; más bien, objetos personales, fotografías, recuerdos, un pin de plástico, un caballito de mar disecado. Las manos desordenan una colección personal; el invasor, Cobb (Alex Haw, no Leo Di Caprio); sus razones, “interrumpir la vida de alguien lo hace ver lo que da por sentado. Tendrá que pensar por primera vez en mucho tiempo por qué quería todas estas cosas, para qué son. Se las quitas y, así, le muestras lo que tiene”. Desaparecer para aparecer. Cobb no (sólo) es un ladrón de bienes, es un ladrón de vidas con una estrategia enferma, pero perfecta, mejor que la de cualquier ilusionista: le inserta la idea a alguien más de convertirse en su doble, una vez lograda la metamorfosis, se apodera de su vida para siempre. El otro, al perder su identidad, se convierte en una sombra.
Demos un paso atrás. La primera secuencia es sólo el acercamiento a las manos, las disquisiciones articuladas vienen después. Bill (Theobald), la víctima de Cobb, en off, inicia con un juego de palabras; la primera frase que un personaje de Nolan pronuncia en la pantalla es: “la siguiente es mi explicación” [the following is my explanation], y continúa, “he estado solo por un tiempo, sintiéndome algo aburrido… Fue entonces que empecé a convertirme en sombra de las personas [shadowing]… empecé a seguirlas … primero a cualquiera. Ese era el punto, alguien aleatorio, alguien que no supiera quién soy… Y luego, nada. Sólo los seguía, veía qué hacían y me iba a casa… Veía las multitudes y poco a poco comencé a enfocarme en una sola persona, y de repente esa persona dejaba de pertenecer a la masa, se convertía en un individuo”.
Bill, que lleva una vida totalmente trivial, busca trascender su existencia a través del rescate del otro. La mirada constante tiene el poder de invertir el anonimato del desconocido y de desaparecer al perseguidor, mimetizándolos a ambos. Éste, sin darse cuenta, fragua su existencia a través del otro. De hecho, como establece Jean Baudrillard, sigue su propio rastro hasta convertirse en su sombra. No se trata de descubrir el camino que el otro lleva sino de seducirse a sí mismo a través de su propia ausencia, siendo un espejo del otro que transita desprevenido. ¿Qué sucede, entonces, cuando alguien que sigue, se enfrenta con alguien que también sigue? La persecución sube de nivel. Cobb le muestra a Bill cómo el allanamiento conduce a un mayor conocimiento de la presa. Entonces, vienen las lecciones sobre los objetos privados, las colecciones personales...
1979, Sophie Calle, la artista visual francesa, sale a las calles de Paris a seguir y fotografiar gente que elige aleatoriamente. Se obsesiona con una de sus víctimas y la sigue hasta Venecia. Se deja llevar por su obsesión y, como mucama, penetra a su habitación, investiga la vida de este turista a través de sus posesiones. Toda esta experiencia, los diarios de Calle, las fotografías en (valga la coincidencia) blanco y negro, así como un texto del filósofo francés, Baudrillard, están vertidos en un libro publicado en 1988, Suite Vinitienne/Please Follow Me. En éste, el pensador postula: “Un extraño orgullo nos impulsa no sólo a poseer al otro sino también a penetrar su secreto. No sólo para que nos quiera, sino para resultarles fatales. Placer de la gris eminencia: el arte de hacer que el otro desaparezca. Todo ello precisa de un ceremonial completo.”
El protocolo del doble en Following funciona como un espejo equidistante a sus dos personajes que lo observan, cada uno, desde lados opuestos. Bill, primero, imita los movimientos de Cobb. Cobb continúa con la absurda pantomima y Bill, sin darse cuenta, se acerca poco a poco al espejo. Cobb imita igualmente los movimientos de Bill, acortando también la distancia entre ambos. Pronto se fusionan en esa superficie plana, por un instante ambos desaparecen; uno logra salir. La necesidad de Cobb, sus deseos, desorientan a Bill y exterminan su identidad.
Dos años después de las persecuciones de Calle, en 1981, ella misma pidió a su madre contratar a un detective que la siguiera y fotografiara. El nombre de este trabajo es, claro, The Shadowing.
A pesar de sus torpezas de —no cualquier— debutante (con el sonido, algunos movimientos bruscos de cámara, diálogos trastabillados, una pésima escena de acción), con este filme vintage en blanco y negro, Nolan funda sólidamente su obra. Establece congruentemente con sus trabajos posteriores algunos de sus temas, especialmente el del doble. Después de más de diez años de carrera, Following es una explicación y, también, el origen.