Writing With Fire estimonia la gallardía de unas mujeres habituadas a padecer injusticias que defienden su dignidad como personas, desde el riesgo y una humildad que les permite prepararse, cuestionarse cotidianamente para solo así evolucionar y estar a la altura del desafío que ellas mismas se han impuesto.
No es fácil cargar con el peso de las revelaciones que son inaccesibles para los demás. Aunque desde el plano místico que lo plantea Apichatpong, queda claro que es apenas desde el sosiego que se consigue al arribar a ese punto, que todo, absolutamente todo, comienza a adquirir nuevos significados.
La película ha empezado a recibir alabanzas por parte de la crítica internacional. Algunos críticos incluso, prematuramente, la colocan como contendiente para el prestigiado Oso de Oro.
Debajo de una atractiva iluminación (como de restaurante caro), de interpretaciones actorales comprometidas con la trama y de una puesta en escena efectista, se encuentran trampas hábilmente situadas para el espectador.
Guillermo del Toro reinventa el cuento clásico de Carlo Collodi de la marioneta de madera que mágicamente recibe la vida para poder aliviar el corazón de un carpintero en duelo.
Las películas ambientadas en la vida universitaria sirven a muchos jóvenes para acostumbrarse a la idea previamente de cómo serán sus años en el campus.
Desde FishTank de Andrea Arnold (a quien parece dedicarle algunos guiños) podemos encontrar muy pocos filmes que penetren con tanto decoro, tanta sensibilidad y también tanta cariñosa ternura, el dolor y el enojo afincado dentro del cuerpo y el alma de los adolescentes.
Para su profundamente personal y dolorosamente bello segundo largometraje, The Long Day Closes, el director británico Terence Davies puso especial atención a la forma en que trabaja la memoria.
La reputación comercial y de crítica de las comedias románticas hechas en Hollywood nunca había estado en un nivel tan bajo, con muestras cargadas de sexismo, carentes de diversidad e inclusión.
Este video combina imágenes postapcalípticas del cine con pietaje de documentales para crear algo que se sienta todavía un poco más real, un poco más agobiante, un poco menos cómodo.
El guion está orquestado en forma de laberinto, primero en términos de plantear el enigma de no saber dónde terminan los sueños y comienza la realidad, y por la manera en que eso se refleja en la arquitectura misma de la casa en la que acontece buena parte de la trama.
A través de su cuenta de Instagram, Cocker nos ha compartido su interpretación susurrante y cargada de teatralidad de “Aline”, que forma parte del soundtrack de The French Dispatch, de Wes Anderson.