Luego de una ruptura amorosa, una productora de películas porno decide reconquistar a su pareja, pero un misterioso asesino comienza a masacrar brutalmente a sus actores.
Esta película, el primer largometraje de Roman Polanski y la única filmada en su natal Polonia, no resulta en sentido alguno titubeante. Su objetivo: reducir el thriller a sus elementos más básicos, para de esa manera incrementar su potencia.