Después de Lucía fluye sin tener que dar demasiadas explicaciones. El luto funda el tono de la película y así entendemos que Alejandra tenga predisposición para la victimización.
Los personajes y narradores se van adentrando en sus recuerdos con ayuda, sin duda, de la preguntas correctas, comenzando por hablar de pesadillas, de insomnio, de soledad y de ganas de escapar de la vida.
Interrogantes de eco filosófico como la relación con lo divino, la superioridad del bien ante el mal, el amor fraternal o el misterio de la entrega materna se retratan en la reconstrucción de la memoria de un niño.
Es un poco penoso presentarlo así, pero es más fácil que Duncan Jones se te quede en la memoria con este dato: es el hijo de David Bowie. Jones es cineasta y en su haber tiene dos cintas, Moon (2009) y Source Code (2011) esta última es su entrada a Hollywood.
Padeciendo una falla de riñón crónica, Boonmee (Thanapat Saisaymar) se retira a su finca cercana a la frontera con Laos para prepararse, asumimos, para la muerte. Su cuñada, Jen (Jenjira Pongpas), trae a un amigo de la familia, Tong (Sakda Kaewbuadee).
Natalia Almada nos muestra el retrato dibujado de Plutarco Elías Calles con el documental El general, que no intenta ni limpiar la imagen de su antepasado, ni reevaluar el papel que jugó, para bien o para mal en la construcción del México posrevolucionario.