Filmes que, también llevaban a su máxima expresión en pantalla la derrota del amor, ese agridulce sabor (generalmente más agrio que dulce) que deja el ver que una relación no puede consumarse, incluso si es por el propio bien (¿será?) de sus involucrados.
Este sería el segundo tratamiento cinematográfico de la vida de la científica ganadora de dos Premios Nobel en distintas especialidades, Física y Química, y la primera mujer en ser profesora en la Universidad de París.
En contexto, no resulta tan sorprendente que este antagonismo entre forma y contenido sea parte fundamental del misterio que encanta del más reciente trabajo de Darren Aronofsky.