Hirokazu Koreeda siempre ha mantenido una fijación con las estructuras familiares, en particular por ese vínculo que no puede ser relacionado con lo sanguíneo (como en Like Father Like Son, 2013) sino que surge a partir de la convivencia diaria y del amor que se profesan entre ellos.
El director nos intenta explicar cómo alguien que parecía egoísta y pesimista aprende a comportarse responsable al trabajar y a preocuparse por los demás.