A finales de los 80, Fincher dirigió los videos de algunas de las estrellas más icónicas de la industria como Michael Jackson, Madonna, y recientemente a cantantes como Justin Timberlake.
David Lynch es una oreja. Eso es lo primero que me viene a la mente, lo primero que vi, lo primero que quise ver, lo que recuerdo. Quizá, si volviera a ver Blue Velvet, cambiaría de parecer y recordaría otra cosa como la primera cosa que vi en la película.
Partiendo de lo anterior, está claro que musicalizar un filme es una tarea totalmente distinta, una que Reznor se moría de ganas por experimentar, sobre todo si era bajo la dirección de David Fincher.
Reznor admitió que el guión le pareció interesante desde un principio pero el problema que encontró para involucrarse en el proyecto fue lidiar consigo mismo, pues estaba cansado de un extenso tour con Nine Inch Nails.
En sus dos películas anteriores, el director intentó volver intrascendentes los temas de la sexualidad (Hedwig and the Angry Inch, 2001) y el sexo (Shortbus, 2006) a través de la saturación y la sobreexposición de estos.