Más allá de las chicas Bond, los autos lujosos, los diabólicos villanos, las enredadas tramas y los formidables gadgets, nada ha vuelto más icónico al agente 007 del M6 que su música.
Un estudio del Centro de Política Pública Annenberg de la Universidad de Pennsylvania indica que existe una especie de efecto James Bond, en el que la violencia se convierte en algo glamuroso.