Heli nos muestra no sólo el sadismo en los modos de tortura de los criminales sino, más aterrador, el hecho de que ese tipo de prácticas las realicen enfrente de unos niños, dentro de lo que parece un espacio familiar.
El cortometraje inicia con una pequeña secuencia en donde una familia norteamericana tan obesa como abominable se saca fotos debajo de la Torre Eiffel, mientras un gendarme esquelético hurga unos restos de palomitas que arroja el niño-vaca.