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Por Carlos Muñoz Vazquez
Los cineclubes ya están por todos lados. Tenemos la suerte de que ahora el buen cine no solo se puede disfrutar en los grandes complejos, sino en nuestra propia colonia, en el museo más cercano, en el café de la esquina o hasta en nuestra propia escuela.
Lo mejor del concepto del cineclub es que representa una opción mucho más cómoda para ir al cine sin tener que lidiar con masas de gente comiendo nachos, filas interminables para comprar boletos y una cartelera saturada de producciones hollywoodenses (que a veces también se disfrutan). Y lo mejor de todo es que no representa un gasto económico exorbitante.
Pero, ¿qué hacemos cuando en nuestra colonia, comunidad o ciudad no hay un cineclub cerca? ¿Qué hacemos cuando Cinépolis se convierte en la única opción para gente como nosotros, que estamos interesados en ver más, en ver cosas distintas y, sobre todo, en reflexionar sobre las películas? La sugerencia es muy sencilla: ¡fundemos un cineclub!
Quizá al principio pueda parecer difícil, pero siguiendo estos sencillos pasos nos daremos cuenta de que es una opción tan factible como organizar una fiesta e invitar a todos nuestros amigos.

- Lo primero de lo que debemos estar seguros es de que el cine sea un aspecto importante en nuestras vidas. Si disfrutamos profundamente la experiencia de ver películas de varios estilos, de todos los géneros y de diferentes procedencias, y, además, somos capaces de ver cine todo un fin de semana completito (o quizá la semana entera), entonces está claro que lo nuestro es el séptimo arte y podemos dedicarnos a esto.
- Después habría que encontrar un lugar estratégico para ubicar nuestro cineclub. Lo ideal sería asociarnos con algún instituto de cultura local, un museo o una galería que cuente con espacio suficiente para recibir a una nutrida audiencia y que, a su vez, tenga el interés de sumarse al proyecto. Otras opciones serían cafés, bibliotecas, universidades, escuelas, algún gimnasio local, en fin, solo se necesita espacio y disposición de los involucrados.
- Hay que asegurarnos de contar con el equipo adecuado para exhibir: un proyector digital, un reproductor de DVD o Blu-ray y unas bocinas externas. Conseguir estos elementos y montar una pantalla no es tan complicado, y la inversión sería realmente pequeña (aunque mucho de esto dependerá de nuestras circunstancias y de los potenciales patrocinios que podamos conseguir).
- El siguiente paso es darle una imagen propia a nuestro cineclub. Hay cineclubes dedicados exclusivamente al cine documental, y otros al cine para niños. Podría ser un cineclub que proyectara todo tipo de películas, pero dirigido a un público en específico: ya sea que tomemos en cuenta a la comunidad que predomine en nuestra colonia, o bien, basarnos en nuestros gustos propios, ya que a fin de cuentas, los que invariablemente asistiremos a nuestro cineclub seremos nosotros mismos.
- Después habría que empezar a programar. Podemos iniciar por proponer temas que eventualmente formen ciclos de películas (conceptos como la soledad o la belleza, géneros como el musical o el western, o quizá un enfoque en la cinematografía de algún país o región). Tenemos que tener en cuenta el tipo de público al que vamos a dirigirlo y las películas que tenemos disponibles. Si nuestra videoteca es lo suficientemente nutrida como para compararla con un antiguo videocentro, entonces no hay de qué preocuparse. Pero si no, habría que comenzar a investigar un poco sobre distribución de cine en México, entablar relaciones con las principales distribuidoras y convertirnos (si no lo somos ya) en clientes frecuentes de Mixup. Del catálogo que se pueda armar con todo esto, podemos empezar a escoger las películas que nos gustaría programar.
- Aunque la mayoría de las distribuidoras suelen no cobrar por exhibiciones de carácter cultural, siempre debemos de asegurarnos que el dueño de los derechos de explotación de las películas autorice nuestras exhibiciones. En la práctica sucede que muchos cineclubes exhiben películas SIN autorización, ya que nuestro sistema legal está lejos de ser estricto en este sentido. Sin embargo, organizar exhibiciones públicas sin autorización es un delito. Teniendo esto en mente, cada uno deberá tomar la decisión que considere más adecuada.
- Ya que tenemos las películas seleccionadas y autorizadas, simplemente resta acomodarlas. Esto es cuestión de “feeling”: es el arte de programar y decidir por qué camino queremos llevar a nuestro espectador. Podemos basarnos en lo emocional, en lo técnico, en el género, o en la temporalidad.
- Un aspecto interesante de algunos cineclubes es que se fomenta la discusión al final de las exhibiciones. Ya sea que invitemos a un especialista en el tema del ciclo, o al propio talento de la película recién exhibida, o simplemente que nosotros como programadores moderemos una discusión relacionada con algún aspecto interesante que se relacione con el filme. El éxito o fracaso de este tipo de actividades depende directamente del tipo de público que asista a nuestro cineclub. Si a nuestra audiencia no le apetece participar de estas pláticas, no lo forzaremos y habrá que dejarlo para después.
- Finalmente hacemos la debida difusión y esperamos ansiosamente a un público ávido de sentir y experimentar todo aquello que nosotros intentamos transmitir al sugerir estos títulos.
Siguiendo estos pasos, además de estar haciendo lo que nos gusta, estaremos contribuyendo a la cultura y la recreación de nuestra propia comunidad.
Nos sentiremos orgullosos de nosotros y de nuestro nuevo cineclub cuando veamos llegar uno a uno a los espectadores hasta llenar nuestra gran o pequeña sala. La ventaja es que si los primeros días no aparece nadie, siempre quedará un respetable espectador que disfrutará enormemente de la función: nosotros mismos.

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Carlos Muñoz Vazquez
México. 1984.
Estudió la Licenciatura en Artes Audiovisuales en la Universidad de Guadalajara. Se ha desarrollado en el ámbito de la distribución de cine a través de la distribuidora internacional Latinofusion y se ha especializado en la colaboración con festivales de cine. En la Cineteca Nacional trabaja de cerca con el programador general Nelson Carro, haciéndose cargo de la programación y distribución de contenidos.
Actualmente es uno de los programadores del ciclo “Entrañable soledad” del Cineclub Condesa, y del ciclo “Todo es putamente difícil y hermoso” del Cineclub Revolución que dará inicio en noviembre.