El origen del cineclubismo español
Por Julio Enrique Macossay (@makoss1)
Cuando el cine hizo su aparición en España, los miembros de la Generación del 98 –Unamuno y compañía- no lo vieron con buenos ojos, por lo que no tardaron en mostrar una postura negativa ante éste para defender a la literatura y al teatro que consideraban amenazados por este nuevo arte. Por desgracia, esto retrasó el auge del cine en España y, por lo tanto, el de los cineclubes. El antecedente del primer cineclub español surgió dentro de la Sociedad de Cursos y Conferencias de la Residencia de Estudiantes cuando Luis Buñuel -quien había conocido el cine francés durante su estancia en París- decidió hacer una serie de sesiones cinematográficas que comenzaron con la proyección de La maravillosa vida de Juana de Arco (1929), de Marco de Gastyne, que contó con la presencia de la nieta de Victor Hugo.
El primer cineclub autodenominado de esta manera surgió con la revista La Gaceta Literaria creada por el escritor vanguardista Ernesto Jiménez Caballero, autor de novelas como Inspector de alcantarillas” o “Julepe de menta”. En esta revista escribieron sobre cine Luis Buñuel, Juan Piqueras, Luis Gómez Mesa, Ricardo Urgoiti entre otros. Derivado de esta labor salió el primer cineclub llamado el Cineclub Español, dirigido por el propio Jiménez Caballero y Buñuel. Su primera sesión fue el 23 de diciembre de 1928 en el cine Callao de Madrid, aunque las sesiones posteriores tuvieron diversas sedes como el Palacio de la Prensa o el cine Goya. Es destacable la segunda sesión que tuvo lugar en el Palacio de la Prensa el 26 de enero de 1929 porque se proyectó El cantante de Jazz (1927) de Alan Crosland, la primera película sonora que el pueblo español tuvo el honor de ver. Además fue presentada por el inigualable Ramón Gómez de la Serna –conocido por sus greguerías- quien se pintó la cara de negro para tal ocasión. Entre las primeras cintas que tuvieron cabida en este espacio estuvieron: Tartufo (1926) de Murnau; Ballet mecánico (1924), de Leger; Avaricia (1924), de Eric von Sotrheim.
Esto derivó en nueva etapa para La Gaceta Literaria, ya que varios colaboradores y socios del cineclub comenzaron a escribir en ella, entre los que encontramos a Francisco Ayala, Esteban Salazar, César M. Arconada, Miguel Pérez Ferrero, Juan Piqueras, Salvador Dalí y, como es lógico suponerlo, el propio Buñuel. De hecho, el cineclub era organizado desde París por este último, quien viajaba a la capital española con todo y películas, y después a las otras ciudades donde se fundaron filiales del cineclub.
Este primer cineclub permitió la proliferación del cine español ya que gracias a él surgieron otros proyecto afines; Juan Piqueras creó la revista Nuestro Cinema, Urgoiti la productora “Filmófono”, en la que Buñuel fue jefe de producción, creando a su vez en 1931 el cineclub Proa Filmófono en el que se proyectaría El acorazado Potemkin (1925) con todo y escándalo político de por medio. En Barcelona se creó el cineclub Mirador, al que se vinculaban Sebastián Gash y Guillermo Díaz Plaja. Todo esto en el año en que se proclamó la efímera república. Con la llegada de Franco el panorama cambió, pero eso es una historia para otra ocasión.
03/08/2012
FUENTE: La Incineradora