La importancia fundamental de los cineclubes
Por Nelson Carro
En los años posteriores a la Primera Guerra Mundial el cine se define como un espectáculo de entretenimiento y, como dice Richard Abel, “como una forma particular de bien cultural dentro de un sistema de intercambio económico”. Sin embargo, aunque esta concepción del cine terminará imponiéndose en el mundo, no todos lo veían de la misma manera. Muchos descubrieron en el cine el potencial necesario para convertirse en arte, e incluso en un arte socialmente comprometido. Y para este cine, ya desde ese momento, resulta fundamental la existencia del cineclub, nacido al mismo momento que la discusión pública del arte cinematográfico y las revistas críticas. Sin abundar demasiado en quiénes estuvieron involucrados en estas primeras experiencias cineclubísticas, se puede citar a Louis Delluc, Ricciotto Canudo, Jean Epstein, Robert Desnos, René Clair, Jean Mitry, Germaine Dulac y un largo etcétera de intelectuales que casi desde sus inicios presintieron las enormes posibilidades del cine.
De la Francia de los años veinte, el cineclub se propagó por el mundo. Y a su lado fueron apareciendo las publicaciones de cine, los críticos y los cinéfilos; es decir, los espectadores que veían en el cine mucho más que un pasatiempo o un espectáculo más o menos entretenido. Y, al mismo tiempo, el cineclub funcionó como un eficaz semillero del que no sólo salieron espectadores y teóricos, sino incluso cineastas. Alcanza -como ejemplo- con mencionar a la “nueva ola francesa” -Jean-Luc Godard, François Truffaut, Claude Chabrol, Eric Rohmer, etcétera- cuya existencia, primero como críticos y luego como directores, sería impensable sin el antecedente de los cineclubes y la cultura cinematográfica francesa.
Incluso en México, quizás un poco tardíamente, los cineclubes cumplen una labor fundamental a partir de los años cincuenta. Del cineclub Progreso, del cineclub del IFAL, de los cineclubes universitarios, derivarán tanto el grupo Nuevo Cine y su revista, como la propia Filmoteca de la UNAM y el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos. Por ellos pasaron también varios de los futuros cineastas que a finales de los años sesenta se conocerían como el “nuevo cine mexicano”.
Para todos los que consideramos que el cine es más que un producto de consumo, que puede coexistir al lado de la literatura, la música o la pintura, el cineclub fue un espacio fundamental para ver películas que de otras formas nunca hubiéramos visto, para discutir y reflexionar sobre esas mismas películas y para desarrollar una concepción del mundo que en los años sesenta estuvo marcada por el compromiso político y las acciones radicales, que el cine intuyó antes que la propia realidad.
Sin embargo, lo dicho hasta ahora forma parte del pasado. De un pasado muy rico, muy intenso, pero pasado y como tal acabado. Actualmente, la cultura cinematográfica está totalmente desvirtuada y el cineclub tradicional, prácticamente ha desaparecido. Las razones de esta crisis pueden ser varias y de diferentes tipos, Por un lado, sin duda, tuvo que ver el desencanto en que se sumió buena parte de la juventud luego del fracaso de la utopía del 68. Por otro, el avasallador dominio de Hollywood, que no sólo impuso un único modelo cinematográfico, sino que intentó acabar con cualquier otro que quisiera moverse con independencia. Tal vez también, por la desaparición de las pequeñas librerías y las tiendas de música, para dar lugar a verdaderos supermercados de libros, discos, cine o video, donde la calidad sucumbe ante la cantidad. Y en tiempos más recientes, la aparición del video y ahora el DVD, también ha sido un rudo golpe para los cineclubes. Porque el consumo casero tiene muy poco que ver con la cultura cinematográfica. En los años sesenta, por ejemplo, un cinéfilo podía ir al cine dos o tres veces a la semana. En los años de mayor auge del video, una familia podía ver siete u ocho películas solamente en el fin de semana. Sin embargo, a diferencia del primero, este consumo resulta totalmente indiscriminado. Es la misma diferencia entre comer un pastelito con un buen café, con buena compañía y en un lugar agradable, y atascarse de pingüinos y chocorroles. Además, la comparación sirve en otro sentido: la ida al cineclub permitía además la discusión posterior, aunque no fuera más que como charla de café, lo que es indudablemente el principio de la crítica cinematográfica. El ver cine en la casa no sólo impide la reflexión sino que ha hecho que buena parte de los espectadores se comporten como verdaderos patanes, hablen, coman, contesten el teléfono, se paren tres o cuatro veces, y al final, por supuesto, no entiendan nada.
Pero los espectadores no son los únicos culpables. También quienes tienen la posibilidad de incidir en la cultura cinematográfica. Cuando los cineclubes programaban en 16 ó 35 milímetros había una preocupación por conformar ciclos lo más completos posibles, por elaborar programas, por hacer debates; en definitiva, por educar al espectador. Ahora, síntoma de los nuevos tiempos, se suele pensar que el éxito del trabajo cultural está en función directa de la cantidad de público que se mueva. Entonces, se recurre al sistema más fácil: proyección de títulos exitosos que acaban de pasar por la cartelera, o revisión muy poco rigurosa de cineastas supuestamente de culto. Y mientras tanto, se desaprovecha la posibilidad del video y el DVD. Hoy, como nunca, podría exhibirse en condiciones excepcionales la obra completa de Orson Welles, incluyendo buena parte de sus cortometrajes y sus trabajos inconclusos; hoy es posible una retrospectiva completa de Theo Angelopulos, Wong Kar Wai o Sergei Eisenstein. También es posible, por supuesto, revisar la obra completa de Pedro Infante, o la de José Revueltas. ¿Conocen algún cineclub que lo haga? Yo no.
Junio 29, 2012
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*Palabras pronunciadas con motivo de la presentación del libro Psicoanálisis y cine. Antología del cine comentado y debatido (Círculo Psicoanalítico Mexicano, México, 2002) de Pablo España y Mario Alquicira, el 8 de mayo de 2003 en la Sala 4 de la Cineteca Nacional.
FUENTE: El Psiconalisis.net