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Por Julio Enrique Macossay (@makoss1)
Es probable que al entrar a un cineclub muy poca gente repare en el origen de estos establecimientos; son una de esas cosas que damos por hecho. Pero como todo en este mundo, cada uno tiene su historia. Como ejemplo tenemos a la London Film Society, que fue uno de los primeros en el mundo –se inauguró el 25 de octubre de 1925 en el New Gallery Kinema–, y que tuvo como miembros fundadores a figuras como H. G. Wells, George Bernard Shaw, Anthony Asquith, Sidney Bernstein, Ivor Montagu, y Augustus John. La intención de estos hombres fue crear un espacio que llenara el vacío que el cine comercial estaba dejando; es decir, pasar películas que habían sido censuradas en el país, o películas de vanguardia que nadie más estaba dispuesto a proyectar.
Pero también lo fundaron debido a que, como dijo Ivor Montagu, “no habían institutos de cine, ni archivos cinematográficos, ni Oscares, ni festivales de cine, ni escuelas de cine; ni siquiera había una educación funcional cinematográfica, ni investigaciones científicas de cine, ni récords históricos de cine, ni cines especializados”.
Sus primeras funciones contaron con cintas como El gabinete de las figuras de cera (1924), de Paul Leni, El acorazado Potemkin (1925) de Eisenstein –el cual había sido censurado poco antes por la British Board of Film Censors– y "Charlot, campeón de boxeo" (1915), de Charles Chaplin.
En su primera temporada se proyectaron 39 cintas, de las cuales 20 nunca antes se habían visto en Inglaterra. El difunto reportero de The Guardian, John Ezard, comentó que “desde el principio, la London Film Society ofreció a sus miembros programas de notable envergadura, combinando filmes de vanguardia, científicos y otro tipo de documentales, cortometrajes clásicos y largometrajes, así como filmes comerciales distinguidos alrededor del mundo”.
Al igual que algunos cineclubes actuales, el cine no era la única actividad de la LFS, ya que a la par exhibían obras de arte, organizaban lecturas y hacían discusiones que tenían la intención de situar a las películas dentro de un marco histórico y crítico. Al poco tiempo surgieron más cineclubes en este país que imitaron a la LFS, proyectando una gran cantidad de películas extranjeras que de otra forma nunca hubieran arribado a ese país.
Entre los colaboradores de este cineclub destacaron personas como Fritz Lang, Alfred Hitchcock, Jean Renoir y Jean-Luc Godard, quien se volvió asociado del LFS. La última función en el formato original ocurrió el 23 de abril de 1939, gracias a la bien ponderada Segunda Guerra Mundial. Esta fue su función número 108 y presentaron la primera película sonora de Eisenstein: Alexander Nevski (1938).
Cuando la guerra terminó, nadie sintió la necesidad de revivir este espacio. Inclusive uno de los fundadores, Ivor Montagu, dijo al respecto que: “había pocas películas desconocidas que valieran la pena cazar. Ya en las últimas dos temporadas anteriores al final, se redujeron las ocho funciones a solo seis. ¿Qué necesidad tenía la Film Society cuando tantas de sus metas ya habían sido conseguidas, y tantos refuerzos habían surgido para continuar el legado?”. El material de este cineclub fue donado por Lord Bernstein a la Library and Information Service of the British Film Institute.
Sin embargo, la London Film School –cuyo presidente de la junta es Mike Leigh– decidió revivir este cineclub contando con la presencia de personas de la talla de Lasse Hallström, Bruno Dumont, Stephen Frears, Paul Greengrass, Roger Michell, Jeremy Thomas, Tessa Ross, Samantha Morton, y el propio Leigh. En esta nueva etapa, los jóvenes directores provenientes de esta escuela han podido proyectar sus cintas. De hecho, el evento inaugural que se llevó a cabo el 18 de octubre del 2011 consistió en la proyección de trabajos de alumnos curados por el mismísimo Mike Leigh. Siguiendo esta línea, también instauraron la nueva tradición de proyectar los trabajos con los que se graduarán los estudiantes en dicho espacio.
En fin, este cineclub sentó las bases de los cineclubes modernos, ya que, por una parte, generó uno de los primeros espacios de proyección que no estuvieron enfocados solo en producir ganancias o en permitir a la gente ver películas, sino en la reflexión sobre el cine en un marco específico, generando de esta manera más espectadores activos. Además, creó un lugar para que los directores noveles pudieran proyectar sus trabajos y retroalimentarse.
28/05/2012