Hormigas, ciclistas, jugadores de béisbol, campanas, vestidos, vaporosas sombras de sol nacen del pincel de Salvador Dalí, magia pura con un particular estilo, por algo dicen que en la obra de Luis Buñuel siempre hubo algo de Salvador Dalí. Pero la imaginación del genio Catalán también se expandió al cine, como ejemplo, Destino (2003), el cortometraje que Dalí creó en colaboración con Walt Disney. En 1945, Disney decidió juntar el talento del artista surrealista con su entonces director de arte de confianza John Hench, con el fin de realizar una animación de seis minutos que formaría parte de un largometraje similar a Fantasía (1940). El dúo trabajó en el proyecto durante ocho meses, pero la falta de presupuesto, a causa de la Segunda Guerra Mundial, hizo que quedará inconcluso. Dalí solo pudo ofrecer veinte segundos de modelo. En 2003, con los bocetos y conceptos del artista, Monfréy Dominique terminó de desarrollar el cortometraje 58 años después, bajo la producción de Roy Disney y Baker Bloodworth. Destino, está basada en la canción homónima del compositor mexicano Armando Domínguez Borrás, interpretada en el corto por la cantante mexicana Dora Luz. El resultado una maravilla visual de casi siete minutos que apasiona como si de uno de sus lienzos se tratara. Una extraña pieza surrealista que sigue la historia de amor imposible entre una bailarina y un jugador de beisbol, castigados y separados por el dios Chronos, que celoso, ha puesto a la joven en un laberinto.
VSM (@SofiaSanmarin)