Un ajetreado e intranquilo Orman (Richard Leaf) tiene una conversación en su teléfono móvil. La plática, un tanto infructuosa, parece no llevarlo a un sitio estable. El hombre decide regresar a su oficina; camina, corre, se desplaza, pero sigue sin recibir las respuestas que él desea escuchar. Si pudiera establecer comunicación con el señor Langley, todos sus problemas se resolverán, pero alguien (o algo) está interceptando sus llamadas y manipulando el habitual proceso de comunicación.
Extn.21 (2003), cortometraje de 9 minutos dirigido por la cineasta y artista multidisciplinaria británica, Lizzie Oxby, es una notable combinación de diversas técnicas, incluyendo la animación stop-motion, la actuación en acción real (la cabeza del actor es manipulada como si fuera un títere) y efectos digitales, para crear una sombría fantasía distópica y un mundo posindustrial vívidamente espeluznante de tecnología impersonal y surrealismo desconcertante. Aunque Oxby está más preocupada por la atmósfera que por la narrativa, el filme pretende generar reacciones viscerales a partir de la angustia del personaje principal. La pesadilla de Orman, un hombre que desea ser escuchado, es susceptible a múltiples interpretaciones. La plétora de pantallas que median la acción, junto con las dilapidadas tecnologías analógicas exhibidas, convocan visiones de estados de vigilancia totalitaria. La preocupación del protagonista por las fotocopias cuando se combina con la inquebrantable grisura del mundo, sugiere una especie de crítica capitalista, que encaja muy bien con la premisa central de un hombre que recibe y emite mensajes, pero en realidad nunca escuchó ni comprendió la situación.