Roberto Rossellini fue el fundador de la corriente que se conoce como neorrealismo italiano, que si bien no se considera como tal puesto que no hubo un manifiesto unificador entre los cineastas de la época –como sí lo hubo, por ejemplo, en el caso de la nouvelle vague francesa o el Manifiesto de Oberhausen– sí se reconoce como una tendencia entre los cineastas italianos del periodo de la postguerra por los temas y estéticas recurrentes. El entorno de la época configuró en Italia una preocupación que se reflejó en el cine, éste se caracterizó por mostrar la cotidianeidad de los sectores populares y se considera a Roma, ciudad abierta (1945) de Rossellini, como la iniciadora de esta corriente que evolucionaría luego por el nacimiento de los nuevos cines europeos de los sesenta gracias al modelo neorrealista que propondría más tarde Michelangelo Antonioni (Crónica de un amor, 1950).
Rossellini nació en una familia de empresarios del ámbito cinematográfico, empezó a trabajar como director y montador de cortometrajes en el Istituto Luce de Roma y desde temprano manifestó una voluntad documentalista. Fantasia Sottomarina es un cortometraje que realizó en 1940, unos años antes de llegar a la fama mundial. Es una especie de documental naturalista que mezcla elementos de fábula; en él, vemos un pasaje cotidiano de la vida marina: peces, un pulpo, una morena, todos en su hábitat ejerciendo su función en el ecosistema. Pero Rossellini le agrega una narración que integra un discurso aleccionador, como en las fábulas de Esopo. Fantasia Sottomarina representa en gran parte lo que más tarde se conocería como neorrealismo italiano puesto que la realidad que plantea el neorrealismo no pretende ser entendida de forma simplista, sino como una realidad estilizada por la realidad misma. Lo que vemos es una representación de la realidad y no la realidad en sí.