Filmado en blanco y negro, y acompañado de una inquietante banda sonora que recupera la presencia de la naturaleza (gruñidos de animales, fuertes vientos, amenaza de lluvia y truenos), Koza (1995) comienza con las fotografías de un matrimonio joven (en el pasado) para después ver –en una serie de primeros planos– cómo han transitado a la vejez (presente). Dos personas arrugadas, marchitas y desoladas, cuyas miradas débiles y cansadas se depositan en la álgida naturaleza que los rodea. Un poema visual carente de diálogos que expresa el deterioro, el dolor y la muerte. Abundan las imágenes de la descomposición (un pájaro muerto, el cadáver de un gato), pero también se muestra la “muerte en vida”; la desintegración de una pareja que ha vivido varios años juntos.
El director turco, Nuri Bilge Ceylan, retrata a sus padres en este filme contemplativo sobre el envejecimiento humano y lo áspero de la naturaleza. Su formación como fotógrafo se manifiesta en la paciencia para capturar el movimiento de las ramas de los árboles o de los cabellos de su madre en planos medios que permiten vislumbrar el poderío de la naturaleza. El retrato de esta última se ha convertido en un elemento recurrente en su filmografía: la nieve en Uzak (2002), las distintas estaciones del año en Climates (2006), los sombríos cielos en Three Monkeys (2008), las llanuras de Anatolia en Once Upon a Time in Anatolia (2011), y recientemente las montañas de Capadocia en Winter Sleep (2014).