"Había una vez un hombre tacaño... cuya casa estaba rodeada de un montón de basura ", así comienza el corto ganador del premio principal del Festival de Animación Annecy 2002, Atama-yama (Mt. Head) de Koji Yamamura. Yamamura nos cuenta la historia del hombre que descubre que, por extraño que parezca, tiene una flor creciendo en su cabeza. Finalmente, la flor se convierte en un cerezo gigante, y el hombre debe enfrentarse a las nuevas consecuencias de tener un poco de naturaleza en la parte más alta de su cuerpo. A través de la reacción del hombre a esta circunstancia, el director Koji Yamamura envía un mensaje a la sociedad de respeto hacia la naturaleza, ya que se conforma de seres vivos, como cada uno de nosotros.
El estilo de animación de Yamamura es único y convincente. Sacrifica el realismo por una serie de caricaturas muy interesantes del pueblo japonés. A diferencia del anime convencional donde se trata de ahorrar recursos con imagenes con movimientos de cámara muy lentos y animación limitada, Yamamura anima cada cuadro de sus historias, y además de los detalles visuales, sus historias no presentan a personajes con superpoderes o monstruos ancestrales, sino que muestran una sociedad triste con colores apagados para indicar la falta de esperanza que tenemos si seguimos transitando por el mismo camino. Otro gran elemento dentro del estilo Yamamura es la narración, presentada en la forma inquietante y tradicional de la palabra hablada japonesa y acompañada por el shimase, que interpreta maravillosamente el músico Takeharu Kunimoto. Atama-yama no es la típica animación japonesa, es algo que sobrepasa esa y muchas fronteras.
JOY (@Come_Sesos)