Las acepciones de la palabra “muta” (muda y transformación) le permiten a la cineasta argentina, Lucrecia Martel, confeccionar una representación críptica de un mundo femenino plagado de simbolismos, significados ocultos e intrigas. Muta (2011), cortometraje de 7 minutos de duración, es una narración surrealista que se desarrolla a bordo de un barco anclado en un mar tropical. A medida que el alba se levanta y la electricidad vibra y cobra vida, un elegante grupo de bellas y exquisitamente vestidas criaturas emergen como insectos de los portales, sus caras oscurecidas de la vista. Debajo de sus tonos de carey, las pestañas falsas revolotean y se revela un nuevo lenguaje privado, un código de gestos y vibraciones. Las crisálidas femeninas -que se asemejan a las femme fatales de los 40, portando gafas de sol que ocultan su mundo de fantasías privadas de deseo y escapismo espiritual- se preparan para su extraña metamorfosis, símbolo de la evolución, la trascendencia y el escape de lo material y lo efímero. Aunque Muta forma parte de la serie de cortometrajes The Miu Miu Women's Tales, este singular y breve filme de Martel es, más allá de un promocional de moda, una fascinante reflexión personal sobre el poder transformador de la feminidad.