La cara que en ocasiones se nos vende acerca de la Gran Bretaña nos lleva a un lugar de reyes, lujos y modernidad, pero pocos son los directores que, como Andrea Arnold, nos muestran el lado crudo pero realista de la situación actual de muchas personas en esa parte del mundo. Arnold es una de las más sobresalientes cineastas británicas, que con cada largometraje se establece como una de las voces más importantes del pueblo británico y de sus problemas cotidianos. Es la autora de joyas como Red Road (2006) Fish Tank (2009) yWuthering Heights (2011). Wasp, su tercer cortometraje, es testigo de esta habilidad y fortaleza que Andrea posee y le valió el premio Oscar a Mejor Cortometraje en Acción Viva en el 2003.
Este clásico moderno de los cortometrajes está poblado de personajes grises y secuencias capaces de provocar sentimientos encontrados que nosotros como público tenemos que confrontar y sobrellevar. Si bien las acciones de la madre son desmedidas, también son comprensibles. Ella es joven, y su necesidad se presenta al desnudo: una mujer que necesita algo para sentirse bien, pero tiene muy poco y solo le queda hacer uso de su propia vida. Y, al mismo tiempo, cómo no va a defender y luchar por su existencia con tan hermosos personajes que la rodean, que resultan ser sus hijas.