Por Héctor Sánchez
¿Cómo se logra que Harry Potter peleé con dragones, vuele en una escoba y pueda realizar hechizos? o ¿cómo es posible que en Spider-Man 3 (2007) el hombre de arena pueda desintegrarse en pequeñas partículas y reintegrarse modificando su cuerpo? Los efectos especiales son resultado de la combinación de diferentes procesos que, por un lado, ponen a prueba la capacidad de los actores para hacer creer al público que lo que sucede en pantalla está realmente ahí aunque ni el entorno, ni los personajes con los que interactúen existan en realidad, y que, por el otro, yuxtaponen distintas técnicas de producción.
Como bien se sabe, se graba a los actores contra un fondo verde para después integrarlos a los entornos digitales generados por computadora. Estas construcciones virtuales pueden incluir escenarios, elementos o personajes inexistentes. La unión de ambos da como resultado aquellos efectos que se acostumbran a ver en el cine, la televisión, los comerciales y los videos musicales.
Para poder producir este contenido digital se requiere de un software especializado que permite modelar en 3D, animar a los personajes o elementos virtuales, aplicar texturas e iluminación a los escenarios hasta lograr un nivel foto-realístico, para de este modo hacer más sencilla y verosímil su integración con el video real.
Existe una gran gama de software que permite generar estos efectos, entre los que se encuentran programas como Maya, 3D Max, Softimage, Modo, Cinema4D, por mencionar sólo algunos. Maya es la aplicación favorita para la producción de cortometrajes y largometrajes animados en un 100 La flexibilidad que proporciona al momento de programar ha logrado que incluso grandes compañías como Pixar o Dream Works —que suelen desarrollar internamente sus propios softwares de animación— se valgan de herramientas elaboradas y desarrolladas para Maya con el fin de facilitar sus procesos de producción. Esto ha llevado a desarrolladores como Autodesk a generar una interoperabilidad entre sus herramientas especializadas en diversos campos. El resultado final es ampliamente conocido, son esas súper producciones taquilleras.
El proceso no termina aquí, éste es sólo un eslabón dentro de una gran cadena en donde el trabajo no consiste únicamente en modelar, animar y generar tomas en entornos virtuales, sino también en la integración de contenidos digitales con tomas reales, proceso en el que también se ocupa software especializado.