El oso Yogi
Por Luis Vázquez
El oso Yogi (2010) es quizá, por mucho, la más defendible de una reciente corriente o subgénero -si se le puede llamar así- de las pseudo adaptaciones poco afortunadas de series clásicas de dibujos animados, que han llevado a sus personajes principales a convivir con seres de carne y hueso en el 3D digital de la gran pantalla.
Los ejemplos son numerosos: Garfield (2004), Alvin y las ardillas (2007, 2009), Scooby Doo (2002, 2004), Rocky y Bullwinkle (2000), Marmaduke(2010) y próximamente Los pitufos, lo cual demuestra que si bien no son del agrado generalizado, sí han significado un buen ingreso para la taquilla hollywoodense.
La queja de los seguidores y fans de las series originales es que éstas pierden su esencia al ser sustraídas de su soporte original. Por otro lado, todo lo que alcanzan a ver todos aquellos que no conocieron a los personajes en la tele son guiones acartonados y decepcionantes que no les producen gran cosa más allá de risas fáciles a través de un humor predecible.
Bajo este panorama, El oso Yogi aparece casi como una excepción digerible, incluso disfrutable que, aprovechando que sigue siendo una novedad vistosa y atractiva al público, implementa por primera vez en este tipo de películas el 3D estereoscópico.
Los personajes digitales están bastante bien animados e inspirados en sus originales bidimensionales, que fueron las primeras caricaturas producidas por el estudio Hanna-Barbera junto con Huckleberry Hound en 1958 (esta serie de dibujos animados es incluso más vieja que cierta familia prehistórica de Piedradura que invadió el horario estelar de la televisión estadounidense en 1960).
La interpretación en inglés de Yogi, a cargo del comediante Dan Aykroyd (Los cazafantasmas, 1984) resulta agradable, pero en especial la interpretación que Justin Timberlake hace de Boo Boo es realmente entrañable. Es este pequeño oso el que se roba el corazón de niños y uno que otro adulto, haciéndonos recordar a ese osezno noble que muchos vimos correr tras su mejor amigo para rescatarlo en las matinés sabatinas. Resulta igualmente agradable la carismática interpretación de Tom Cavanagh –famoso por su popular personaje de la serie televisiva Ed (2000)— como el guardabosques Smith.
Los ejecutivos de los estudios Warner parecen tener muy claro que los personajes acartonados y la comedia de gags tipo slapstick (de pastelazo) es un ingrediente infalible y, por lo tanto, infaltable en la fórmula de estas películas, por lo cual, decidieron incluir a Anna Faris (Scary Movie, 2000, The House Bunny, 2008) en su ya trillado personaje de rubia esquizofrénica que utiliza la comedia física estereotipada al estilo Ben Stiller o Jim Carrey.
En fin, con todo y todo, la película es bastante disfrutable. Ofrece un buen rato de esparcimiento para los niños, e incluye un acercamiento tangencial al tema del respeto y rescate de los entornos naturales y de la concientización por la devastación irrefrenable del ecosistema por parte de gobiernos y empresas.
Si ha de haber una segunda parte –porque supongo que no habrá nada que pueda evitar que Hollywood nos la ofrezca “generosamente” el próximo año—sugiero que al menos sea un spin-off de Boo Boo.