Por Julieta Navarrete
En los imponentes paisajes de los Highlands de Escocia se desarrolla la historia de la princesa Mérida, que tiene un rebelde cabello rojo ensortijado que a Pixar le costó la invención de un software completamente nuevo. Mérida es hija de la correcta reina Elinor y el simpático pero aguerrido rey Fergus, que perdió su pierna en un combate con el oso más temible y demoníaco de los bosques escoceses: Mor’du, y que espera la venganza. Disney Pixar entrega su primera historia con una protagonista femenina que no desea casarse y encontrar a su príncipe azul para ser feliz para siempre, sino darse su tiempo para elegir correctamente mientras perfecciona su pasión, que es la arquería.
Por el momento, para Mérida hay cosas más importantes que escoger candidato para boda. Entre esas cosas están cabalgar por los paisajes, dar perfectamente en todos los blancos en movimiento, escalar cascadas y encontrar cosas nuevas. Es una princesa joven, ¿por qué tendría que atarse a alguien cuando todavía quedan muchas cosas en el mundo por descubrir? Lo que más gusta de Mérida es que no es un personaje basado en los discursos feministas más cliché, no se comporta como un chico ni se viste como uno, tampoco envidia las libertades del género masculino, ni deja entrever discursos de inconformidad con su género, el disgusto es más bien con su papel de princesa, con las reglas que este título implica. Mérida y su madre son personajes que celebran la femineidad desde dos puntos de vista distintos: uno delicado en el caso de la reina, uno más salvaje por parte de su hija. Por ese lado, el mensaje de Brave a las niñas es que no se necesita parecer hombre para tener libertades, y ser independiente y valiente. Nadie tiene por qué quitarse el vestido y ponerse pantalones para lanzar flechas y montar a galope.
Cuando al reino de Mérida llegan los tres clanes aliados para presentar a la princesa a sus prospectos, se decide que el ganador del honor de ser su prometido será quien resulte vencedor en la prueba de arquería. Mérida aprovechará eso para entrar ella misma al torneo y reclamar su propia mano ante el horror de su madre y la inconformidad de los presentes. La princesa no tiene intenciones de casarse todavía con ningún heredero con acento escocés y kilt, y dado que se ha dedicado toda su vida a la arquería, humilla a los otros tres. Lo que se gana no es su propia mano, sino una reprimenda de su madre que las hace enojarse la una con la otra. ¿Qué niña en su adolescencia no se quejó de que su madre no la escuchaba o tuvo rabietas de antología por cualquier cosa? Pixar es experto en capturar momentos y valores familiares que nos provocan recuerdos y nos hacen identificarnos con los personajes, aunque estén en tierras lejanas.
Después de ese episodio, Mérida pedirá la ayuda de una bruja muy simpática que se dedica como fachada a tallar madera. El deseo de la princesa es cambiar a su madre para así cambiar su destino. Lo que Mérida no espera es que su madre sí cambié, pero a ser una osa. ¿Qué mejor manera para cambiar el destino de una forma radical? Pero claro, nadie quiere a su madre convertida en animal, especialmente si ese animal es la representación del enemigo mortal de su padre. Mérida y su madre convertida en osa, tendrán que pasar mucho tiempo juntas fuera del castillo tratando de encontrar la clave para deshacer la maldición antes de que sea demasiado tarde. En el camino, se encontrarán con muchos peligros, incluyendo a Mor’dú y que, a veces, Elinor pierde el control sobre sí misma y solo piensa como un animal, y todos sabemos que un oso salvaje es muy peligroso.
La relación de Mérida y su madre se vuelve tan estrecha y tan conmovedora, que pocos serán los que no analicen la situación que viven con sus familias. Ambas aprenden la una de la otra y se vuelven humildes en el proceso; entienden que la verdad no es absoluta, ni le pertenece a una sola y que la conexión entre ambas solamente puede mantenerse con el cariño y la misma paciencia que se necesita para coser tapices. Mark Andrews yBrenda Chapman tienen raíces escocesas y se nota en lo puntuales que son en costumbres y detalles, desde el uso de la tradicional falda escocesa, texturas que remiten a los pictos en ropa, armas y en las paredes, hasta las piezas musicales que complementan las escenas.
La animación de Pixar se supera película con película y Brave es una muestra de lo perfeccionistas que son y también del compromiso de los estudios con la técnica. No escatimaron en recursos y, como resultado, Mérida no solamente tiene el mejor cabello de las princesas de Disney, sino que sus flechas se mueven con precisión y realismo, sus paisajes están minuciosamente plasmados con su flora y sus colores, y las expresiones son convincentes y naturales.
Brave es una reflexión familiar sobre la tolerancia, y si bien no es la primera princesa de Disney que quiere su independencia y vivir su vida (como Ariel y como Jazmín, por ejemplo) sí es la primera que no decide ser independiente cinco minutos para luego casarse con un príncipe, o con un guerrero escocés. Para los que dicen que Pixar se está quedando sin ideas por todas las secuelas que tienen agendadas, Brave es una muestra de que la frescura, la originalidad y también el corazón que se necesita para hacer películas infantiles, siguen intactos.