Moebius
Por Enrique Sánchez (@RikyTravolta)
Moebius perturba y consuela. Lo considero más importante que a Doré.
-Federico Fellini
Las personas ajenas al mundo de la ilustración podrán reconocer la marca de Jean Giraud, alias Moebius, en películas clásicas de ciencia ficción como Alien (1979), Tron (1982), El secreto del abismo (1989) y El quinto elemento (1997). Por otro lado, aquellos que aman los cómics y la animación no dudarán en afirmar que Moebius fue, junto con Winsor McCay, el ilustrador más importante del siglo pasado. Su nombre se hizo famoso en 1963 con el nacimiento del cómic western, Blueberry, y desde ese momento surgió un séquito de fanáticos que compraban todo lo que estuviera firmado por Giraud o sus pseudónimos Moebius y Gir. El primero, su preferido, fue utilizado para sus trabajos más importantes –los de ciencia ficción– y hace alusión a la Cinta de Moebius, que posee ciertas características visuales que pueden resultar paradójicas para nuestros ojos, y que sería imposible describir con precisión valiéndonos únicamente de palabras. Pues bien, el concepto hace justicia a la obra de Giraud.
Desde las aventuras del desolado Blueberry hasta los viajes surrealistas deArzach (1975), las imágenes de Moebius se identifican por un afán por el detalle en la creación de paisajes gigantescos y criaturas extravagantes ajenas a nuestro mundo. Para él nada era demasiado extraño como para no ser creado, nada tenía suficientes matices, y nada era demasiado perfecto. En Arzach, la noche cae sobre un planeta –a veces desolado, a veces plagado de criaturas hostiles– que despierta para alimentarse de quienes lo habitan. Miles de tentáculos se levantan del suelo en busca de comida, y Arzach es un testigo silencioso que recorre el planeta montado sobre su pájaro gigante.
En El Incal (1980), los mejores guerreros de la galaxia pelean entre sí en un campo de batalla que tiene como epicentro una pirámide legendaria que resguarda en su interior el alma del planeta, lista para ser fecundada por el guerrero que resulte victorioso. En Parable (1988), un ser que se asemeja a los humanos lucha contra un titán omnipotente que viaja por el universo para alimentarse de la vida de los planetas. Moebius desarrolla estas ambiciosas escenas con paciencia, dedicando tiempo a cada persona, piedra o nube en el cielo, por más insignificante que parezca. En sus viñetas jamás nos encontraremos con el protagonismo que permea el arte secuencial estadounidense, en donde los superhéroes vestidos con mallas brotan de las páginas para dejar detrás de sí un sinnúmero de escenarios irrelevantes.
En un principio, su maestro fue el artista belga Joseph Gillain, mejor conocido como Jijé, creador de la historieta Spirou y Fantasio, quien partió de la línea clara que caracterizaba al Tintín de Hergé para implementar el estilo de la Escuela de Marcinelle, que mezcla elementos de caricatura con realismo. Moebius aplicó estos conocimientos en los cómics western que hizo en los inicios de su carrera –como Blueberry, King of the Buffalo y Jim Cutlass–, que culminaron en The Trail of the Navajos, en donde definió el estilo que lo caracterizaría en adelante.
Giraud firmó por primera vez como Moebius en 1963, cuando colaboró con la revista de sátira política y religiosa, la controvertida Hara-Kiri. Luego de un año de contribuir con historietas para la revista, el artista francés se ausentó del medio durante casi una década, sólo para volver con una voluntad imparable y fundar la revista antológica de cómics, Métal Hurlant, publicada bajo el sello editorial Les Humanoïdes Asocies, fundado por Giraud,Philippe Druillet, Jean-Pierre Dionnet y Bernard Farkas. Metal Hurlant, mejor conocida en nuestro continente como Heavy Metal, fue una de las primeras publicaciones que se propuso crear cómics teniendo en mente a un público adulto. Las historias de Metal Hurlant se caracterizaron por una fuerte tendencia por argumentos surrealistas contados a través de una serie de imágenes que se asemejaban más a un conjunto de pinturas pequeñas que a un cómic tradicional. Fue en este espacio donde Moebius explotó su amor por la ciencia ficción, y fue en esta época –dominada por la fama de los superhéroes de Marvel y DC– donde nació el relato onírico y silente de Arzach, el eterno viajero.
Pocas amistades son afortunadas para el mundo, y la que surgió entre Giraud y Jodorowsky fue una suerte para el arte secuencial. Publicado por primera vez en 1981, El Incal es uno de los cómics más importantes que se han realizado, no sólo por su influencia visual en el medio, sino por la complejidad que se esconde detrás de una historia de aventuras espaciales.El Incal cuenta la travesía física y metafísica de John DiFool y un grupo de aventureros que deben conseguir dos reliquias primigenias para salvar a la galaxia. Como es común en una soap opera, El Incal se desarrolla en múltiples escenarios que presentan una diversidad de especies y planetas donde el artista puede volcar fácilmente todo su arsenal creativo. Moebius aprovecha el formato amplio del cómic europeo para crear panoramas impresionantes en donde se vale de una grandiosa gama de formas y colores que presentan paisajes imposibles que quisiéramos ver en nuestro mundo.
También era amante del cine, y aunque El quinto elemento –que nació a partir de las ideas de El Incal– contó con la participación de Moebius, su visión sólo se mantuvo fiel en proyectos personales como los cortometrajes de Arzach y Los amos del tiempo, que fluyen como relato filosófico y épico al mismo tiempo. Aún así, es común que muchos amantes de la obra de Giraud nos distraigamos con películas como El quinto elemento y Tron, en donde los escenarios nos resultan más impresionantes que los personajes.
El artista murió el pasado 10 de marzo a los 73 años, luego de una larga batalla contra el cáncer, y durante mucho tiempo luchó contra la ceguera y se vio en la necesidad de rechazar proyectos –como la participación enEndless Nights, de Neil Gaiman– que fácilmente se habrían convertido en obras fundamentales del cómic. Sólo hay un consuelo: el hombre muere y su legado vive. El creador de The Sandman resume su obra de la siguiente manera: “Dibujaba diferentes historias en diferentes estilos, y lo único que parecían tener en común es que eran hermosas”.