16 de diciembre de 1938
Tokio, Japón.
Liv Ullmann
Por Frida Bárbara Monjarás
Cuando se habla de Liv Ullmann, se evoca de forma casi inmediata a Ingmar Bergman. Se dice que cuando se conocieron, él dijo que ambos tenían un lazo doloroso. A pesar de que Ullman sostiene que probablemente le dijo lo mismo a otras mujeres para conquistarlas, Bergman y Ullmann mantuvieron una alianza inquebrantable. Amantes, amigos o colegas, no importa cómo se les catalogue, siempre conservaron una relación cercana. Su último proyecto juntos fue Saraband (2003), la última película del director. Durante la filmación Bergman le lanzó una botella a la actriz (en ese entonces de 64 años) después de que se negara a desnudarse en una escena. El altercado terminó finalmente en risas.
A pesar de ser hija de padres noruegos, Liv Ullmann nació en Tokio en 1938, debido a que su padre trabajaba en ese tiempo ahí como ingeniero. Creció en un ambiente esencialmente femenino, pues luego de la muerte de su padre se mudó junto con su madre y su hermana mayor a la casa de su abuela, donde residieron solas las cuatro mujeres. A los 17 años se trasladó a Londres a estudiar actuación.
Trabajó en obras de teatro antes de rodar Persona, primera película que realizó con Bergman. Luego su vida se transformó por completo. Ullmann tenía veintitantos y estaba casada con un psiquiatra. Bergman se acercaba a los cincuenta años y había pasado por cuatro divorcios. Inevitablemente se enamoraron. Nunca se casaron pero vivieron juntos cinco años y tuvieron una hija, Linn. Ullmann fue la musa e inspiración de Bergman. Él su maestro y guía.
La separación fue tan precisa como la unión. Bergman tenía un carácter áspero, difícil de sobrellevar. Para Ullmann vivir en la isla de Faro en Suecia fue un poco tortuoso, más cuando había una filmación, pues desde que el director se levantaba hasta que se acostaba hablaba de la película. Se distanciaron, sin embargo continuaron viéndose y colaborando. Juntos realizaron diez películas: Persona (1966) , La hora del lobo (1968), La vergüenza (1968), Pasión (1969), Gritos y susurros (1972), Secretos de un matrimonio (1973), Cara a cara, al desnudo (1976), El huevo de la serpiente (1977), Sonata de Otoño (1978) y Saraband (2003).
Dotada de un rostro tan bello como enigmático, del cual emanan emociones penetrantes, destaca su actuación en Persona, en la que interpreta a una actriz de teatro que durante la representación de una obra se queda muda. Sin articular una sola palabra vemos cómo se introduce poco a poco en la frágil vida emocional de una joven enfermera.
Un rasgo distintivo de Ullmann es su sensibilidad ante los problemas sociales y económicos del mundo. Durante diez años fue Embajadora de Buena Voluntad en la UNICEF. En 1984 escribió el libro Choices, que trata sobre la desigualdad de las sociedades y sobre cómo alguien puede vivir bañado de champaña mientras muchos otros, millones, no pueden ni tomar un vaso de agua.
Luego de varias décadas dedicadas exclusivamente a la actuación, en 1982 se lanzó como directora. Ha rodado seis películas, dos de las cuales son guiones de Bergman que él mismo le entregó, confiando en el talento de la que fuera su musa.
En Infiel (Trolösa 2000), película más sobresaliente de Ullman, nominada a la Palma de Oro, los ex amantes cuentan su historia. Bergman escribe, ella dirige. Nada más evidente que el personaje principal lleve el mismo nombre que el director. Bergman de pelo blanco y pliegues en piel, interpretado por el proverbial Erland Josephson muchas veces compañero de ambos, se encuentra con un fantasma que cobra densidad hasta convertirse en una mujer madura, pero mucho menor que él con la que tiene una larga charla en la que examinan juntos el pasado. La historia de amor entre la actriz y el director se asoma en medio de ficciones. Marianne (lea Endre) casada con Markus (Hanzon), aclamado director de orquesta, con quien tiene una pequeña hija, comienza un amorío con David (Henriksson) un caprichoso director de cine económicamente quebrado, con dos hijos y un matrimonio roto. Los amantes intentan iniciar una vida juntos, pero los conflictos inherentes se tornan insoportables. La realización es sobria, pero contundente. Las actuaciones son excelentes, cargada de intensos diálogos en los cuales se analizan los más obscuros pasajes de la vida conyugal.
Treinta años después de conocerse, Ullmann encontró con el director un tipo de amor que nada tenía que ver con lo erótico. Una de las últimas veces que se vieron, ambos caminaron hacia el hotel en el cual se hospedaba la actriz en Estocolmo. Según narra, ella sintió la seguridad, confianza, complicidad e intimidad que habían creado a lo largo del tiempo. Ella le llamó a esa experiencia el verdadero amor.