Por Julio Enrique Macossay (@makoss1)
El 10 de octubre de 2010 se estrenó en Estados Unidos el primer episodio de My Little Pony: Friendship is Magic, el más reciente intento de Hasbro por adaptar su línea de juguetes para niñas del mismo nombre. El proyecto le fue encargado a Lauren Faust quien hasta ese momento sólo era conocida por su trabajo en las caricaturas de su esposo, Craig McCracken: Las Chicas Superpoderosas (2001-2005), Mansión Foster para amigos imaginarios (2004-2009) y, recientemente, Wander Over Yonder (2013-presente). A diferencia de otras iteraciones del programa, ella intentó hacer una caricatura que pudiera ser disfrutada por las niñas, pero también por sus padres. Y realmente lo logró porque inesperadamente muchos adultos, en su mayoría hombres, se proclamaron fanáticos de esta serie autodenominándose bronies.
El director Brent Hodge decidió que la mejor forma de hacer un documental sobre un grupo de fanáticos tan inusual era centrándose en una persona, que al igual que los espectadores, apenas está conociendo lo que son los bronies; es decir: la actriz de doblaje y cantante Ashleigh Ball, que presta su voz para dos personajes de la caricatura: Rainbow Dash y Applejack. El filme muestra sus reacciones al ir enterándose de lo que son los bronies y lo que hace como comunidad cuando se preparan para asistir a la BronyCon que se llevó a cabo en Nueva York el 7 de enero del 2012, así como el efecto que su nueva fama tiene en su banda indie Hey Ocean!, cuando se dieron cuenta de que sus conciertos comenzaban a llenarse de personas que iban a verlos por la caricatura y no por su talento musical.
Las escenas con Ball son intercaladas con entrevistas a distintos miembros de la comunidad brony que van desde el mecánico de motocicletas, Dusty Rhoades, conocido por el epíteto de “El brony más varonil del mundo”, pasando por un músico, un fisicoculturista, un par de psicólogos, e incluso a un veterano de la guerra en Irak que se dio cuenta de que dibujar pequeños caballos de colores es una forma de exorcizar a los demonios que trajo consigo desde Medio Oriente, entre otros. Entrevistar a todas estas personas parece tener el objetivo de mostrar que, como cualquier otro fandom, éste está conformado por personas comunes y corrientes que de pura casualidad les gusta una caricatura para niñas. En este sentido, del de los entrevistados, los que mejor cumplen este rol son los psicólogos que han estado estudiando a esta subcultura, puesto que son los que dan datos supuestamente duros que demuestran el lado positivo de la comunidad y que va en consonancia con el mensaje de la película: No es anormal que alguien demuestre su afecto por cosas que generalmente no son percibidas como adecuadas para su género, como las chicas que prefieren hacer actividades que son percibidas como varoniles. El documental logra mostrar lo que es un fandom en general y de paso la importancia de desafiar los estereotipos de género.
Sin embargo, su mayor virtud es su mayor defecto. Al estar dirigido a las personas que no saben lo que son los bronies y/o que los ven como algo negativo, el documental omite los puntos malos y controversiales del fandom, lo que lo hace sentir menos como una muestra objetiva e imparcial de lo que son los bronies y más como una obra con la función de legitimarlos y redimirlos.
Otros puntos negativos de la cinta se deben a factores netamente externos a la película. El hecho de que se haya estrenado en abril del año pasado en el Festival de Cine de Tribeca y en algunas salas estadunidense ese mismo verano, cuando el documental se centra en una convención que ocurrió a principios del 2014 es un factor que lo hace sentir desactualizado y, en general, que sólo está tocando la punta del iceberg. Esto, más que nada, porque al ser su materia un fenómeno viral, en estos años han pasado muchísimas cosas que lo hubieran enriquecido: desde el intento de suicidio de Michael Morones, un niño de once años que era acosado en la escuela por ver esta caricatura, hasta las referencias al programa en la cultura popular como su aparición en un comercial de la NFL transmitido en el pasado Super Bowl o la participación de Rainbow Dash en la película Transformers: Age of Extinction (2014). Incluso varias celebridades se han declarado bronies, o al menos le han hecho guiños al fandom como es el caso de Jack Black, Miley Cyrus, William Shatner, Anthony Bourdain, William Shatner, Rupert Grint, Adam McKay y Edgar Wright, entre otros. La propia película hizo que el documentalista Morgan Spurlock (Super Size Me, 2004 y Comic-Con Episode IV: A Fan's Hope, 2011) se saliera del closet brony para ayudar a distribuir este documental y que Robert De Niro dijera que era el filme que más esperaba ver en Tribeca. Y esto, sólo por citar algunos hechos importantes. En otras palabras, con todo lo que ha ocurrido alrededor de los bronies se siente que el documento hubiera sido más relevante si se hubiera estrenado a finales del 2012 o principios del 2013.
La rapidez para la producción y el estreno resulta fundamental al documentar un fenómeno viral, porque es probable que todos los medios ya lo hayan cubierto hasta el cansancio cuando la película llegue finalmente a salas. Y este caso no es la excepción, dado que todos los medios importantes ya han hablado de este fandom. Por ejemplo The Guardian lo ha hecho en dos ocasiones, centrándose precisamente en cómo los bronies están subvirtiendo los estereotipos de género (puedes leer estos artículos aquí y aquí). Y en este sentido, tampoco es sorprendente que ya hayan aparecido artículos y videos que tienen la misma intención que este documental, pero que lo logran de una manera más breve y concisa, como es el caso del artículo “The Herd Outsider's Guide to the Brony Phenomenon” que Mike Fahey escribió para Kotaku, o el video “Are Bronies Changing the Definition of Masculinity?” del popular canal de YouTube Idea Channel, que, cabe decir, hace en tres minutos con veinte segundos, lo mismo que el documental en una hora con diecinueve segundos.
A pesar de esto, no se puede negar que el filme está bien estructurado y en general realizado por lo que es una forma eficaz de introducir a alguien al mundo de los bronies en particular y al de los fandoms en general.