Diálogos entre el documental y la ficción
Por Carlos González
“ like to give the impression of telling a story,
when in reality Iʼm not telling anything.
Denis Côté, 2010
La discusión sobre la veracidad del documental y en qué momento éste se convierte en una mera construcción dramática o en un discurso de su realizador no puede pasarse de largo frente a lo que Denis Côté propone con su cine, específicamente en su película de 2009, Carcasas (Carcasses).
Carcasses es el cuarto largometraje que escribe y dirige Denis Côté. En esta película logra amarrar el discurso que con tanta fuerza comenzó a gestar con Les états nordiques, en 2005. Se trata de una película improvisada en su mayoría. Denis declara que escribió dos páginas, juntó 20 mil dólares y se lanzó a lo que sería el comienzo de una productiva carrera en el circuito del largometraje.
Proveniente de Quebec, Canadá y con quince cortometrajes bajo la manga, previos a su primer largometraje, Denis Côté, película tras película, posiciona a su ciudad natal en el mapa del mundo del cine. Él se considera una persona hiper-urbana. Es solamente al momento de la creación cinematográfica cuando decide ir a los alrededores boscosos, panorama que se ha convertido en el contexto entero de su obra hasta el momento, jugando, naturalmente, con el cliché de lo que ligeramente se dice que es Canadá. El resultado es una mirada, me atrevo a decir, bastante objetiva de su propio país, pues existe un “contrato humano” con todo aquello que decide filmar.
Para las miradas clásicas, la película es presentada como un documental sobre Jean-Paul Colmor, el orgulloso y excéntrico dueño de un deshuesadero en medio de los bosques de Quebec. La vida de este personaje va siendo contada con una paciencia y un compromiso casi íntimos, hasta que, entrada la película, comienza la ruptura. Cuatro personajes con síndrome de Down llegan a invadir la propiedad, el espacio de Jean-Paul y, de igual manera, la percepción del espectador.
Eventos extraños, personajes sin “deseo dramático”, choques entre ellos y el espacio comienzan a generar diversas preguntas sobre la dirección que irá a tomar el planteamiento de la película. Llega el momento en el que el espectador decide dejarse llevar sin hacer a un lado el ejercicio de la crítica e incluyendo otro, uno que a veces olvidamos: el ejercicio de sentir.
A través de la observación y el sentimiento experimentamos un proceso de autoafirmación consciente y activa que nos conduce a la entraña de la obra y, lo que es más importante, a las entrañas de uno mismo. Surgen así las preguntas que involucran al espectador con la problemática planteada: ¿qué es una construcción y qué es real?, ¿qué fue escrito, qué fue provocado y qué es producto de un accidente?
Evidentemente, querer establecer un diálogo entre el documental y la ficción no es algo nuevo; sí lo es, por otro lado, el intento de desvanecer la línea divisoria entre estos dos términos “puristas” a través de la provocación, acción equiparable, según el propio Côté, a la de un adolescente de 16 años que se tatúa por primera vez para hacer enojar a su mamá.
Puesto que ni siquiera el propio autor sabe exactamente lo que quiere decir, el truco para comprender ⎯más que entender⎯ esta película está, como comenté antes, en observar y sentir. Côté es una autor capaz de crear con muy poco: dedicación y voluntad férrea de construir situaciones a partir del accidente, dos páginas de guión y la improvisación. Esto gracias a que cuenta con el debido ⎯aunque jamás suficiente⎯ conocimiento, lo mismo que él espera del espectador. Côté está en búsqueda de una audiencia nada complaciente, que salga de la sala preguntándoselo todo, que salga estremecida.
Carcasses no vino a salvar al mundo, no es una obra redentora, no es el trabajo del genio que el siglo XXI estaba esperando, sin embargo, algo hay en ella que genera una nueva mirada. Quizás pueda considerarse únicamente como un trabajo que ha hecho algo de ruido en el cine de arte, que cuestiona una vez más ⎯a 50 años de la Nouvelle Vague y quince del movimiento Dogma⎯ qué debe ser contado y cómo debe ser filmado. Pero este intento, bien logrado o no, es hermoso.