Por Alfonso Flores-Durón (@SirPon) y Alo Valenzuela (@AloValenzuela)
Del 3 al 11 de noviembre, 2012. Morelia, México.
En su décimo aniversario, el FICM movió sus fechas (normalmente es programado a mediados de octubre) y quedó marcado por las intensas celebraciones de Día de Muertos. Los invitados que llegaron un día antes del arranque oficial, disfrutaron de un Pátzcuaro mítico, anaranjado por la abundancia de sus flores tradicionales, que celebra durantes estos días la muerte con más ahinco y devoción que la vida misma.
Llegamos a Morelia con ansias de empezar a ver cine y sin paciencia para esperar a la inauguración, así que arrancamos con The Master de Paul Thomas Anderson.
Esta cinta, presuntamente basada en la vida de L. Ron Hubbard, fundador de la Cienciología, cuenta la historia de Freddie Quell (Joaquín Phoenix), un perturbado ex marine que debe lidiar con las secuelas psicológicas de haber participado en la Segunda Guerra Mundial, y su relación con Lancaster Dodd (Philip Seymour Hoffman), escritor y, además, líder de un movimiento conocido como La Causa. En La Causa creen que se puede viajar mentalmente en el tiempo hasta vidas pasadas para solucionar problemas y mejorar.
Las actuaciones de Phoenix y Seymour Hoffman son espectaculares y, aunque la película tiene altibajos, se nota la maestría del director y su análisis puro de las posibilidades de los recuerdos, y su estudio. Cabe destacar la gran calidad del score que estuvo a cargo nada menos que de Jonny Greenwood, integrante de Radiohead y la estupenda ambientación de época. Desde que empieza la película es evidente que estamos frente a la obra de un gran director, llena de momentos memorables, y por eso es lamentable la caída que el ritmo del filme sufre hacia la segunda mitad que, sin embargo, no alcanza para que no reconozcamos que se trata de una valiosa película.
La siguiente fue Sofia’s Last Ambulance, un documental que obtuvo el France 4 Visionary Award (sí, así se llama) en la Semana de la Crítica del Festival de Cine de Cannes. La película retrata la cotidianeidad de Krassi, Mila y Plamen, el equipo que está a cargo de la única ambulancia de la ciudad de Sofia (capital del Bulgaria). La mayor parte del tiempo vemos sus rostros mientras ríen, lloran, fuman y se quejan del sistema que los tiene salvando a una persona mientras otras 14 esperan su turno. No vemos heridos ni muertos, y la cámara siempre es discreta y se remite a mostrarnos la frustración de los trabajadores. Sin que se trate de una obra trascendental, vale la pena darle una oportunidad a este documental que está realizado de manera poco convencional y hace un retrato sin prejuicios sobre una situación particular que, sin embargo, se puede relacionar fácilmente con las fallas de otros sistemas de salud.
Después, llegó la hora de la inauguración y, tras los discursos y presentaciones de los invitados entre los que destacan Sally Potter y Abbas Kiarostami, comenzó la proyección de No, la más reciente cinta del director chileno Pablo Larraín. Aunque la película conserva el cuidado estético característico de Larraín, el tema y la forma de abordarlo es completamente distinto a lo que vimos en sus películas anteriores. Él describe a No como una épica, y cuenta la historia del publicista que ideó la campaña con la que se terminó la dictadura de Pinochet, tras un polémico plebiscito. El éxito de la campaña se debió, principalmente, a un tipo de optimismo que raya en la frivolidad (exactamente, muy de la publicidad), por lo que la obscuridad y los personajes perturbados a los que nos tiene acostumbrados Larraín, no cabían en esta película. Además, esta vez el filme sí gira en torno a un tema político (a diferencia de sus filmes previos en donde la política, si bien omnipresente, y con incidencia en la historia, más bien palpitaba en el telón de fondo), y la manera de abordarlo hace demasiado evidente la postura del realizador, por lo que coquetea con el panfleto. No es protagonizada por el actor mexicano, Gael García, que logra hacer creíble su acento chileno casi todo el tiempo y atrae simpatías a la causa que defiende gracias a un carisma que en parte es suyo y en parte le debe a la confección de la personalidad graciosa que le confirió Larraín.
El domingo al mediodía pudimos ver la esperadísima ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes de este año: Amor de Michael Haneke. La historia de una pareja de ancianos a la que el tiempo comienza a pasar factura es a la vez un amenazante retrato de la despiadada decadencia en la vejez y un análisis del amor cuando “las buenas” son escasas y “las malas” van en aumento. Esta obra maestra no se conforma con cumplir las altas expectativas y, con un tono pausado y sencillo, nos remueve todos los hilos que se tejen hacia el futuro. Como pocas películas en la historia, tanto las minuciosas actuaciones de sus protagonistas Emmanuelle Riva y Jean-Louis Trintignant, como la tiránica dirección de Michael Haneke que se nota incluso en el paulatino descubrimiento del departamento donde toda la acción se lleva a cabo, dan testigo del doloroso pero hermoso proceso que es la extinción de la vida. Como el amor, el filme es tierno, simpático, amable, generoso, trágico, inolvidable, y, sobre todo, absoluto.
También vimos una de esas películas que no han hecho tanto ruido pero son parte de los filmes internacionales: Augustine de Alice Winocour. Ubicada en el siglo XIX, esta cinta retrata la tensa relación entre el doctor Jean-Martin Charcot y su paciente consentida diagnosticada con “histeria”. Sin que se trate de una obra trascendental o memorable, es difícil encontrarle una falla técnica o narrativa a esta ópera prima cuidadosamente trabajada y con estupendas actuaciones por parte de Vincent Lindon y Soko quien, por cierto, también mostró su talento musical con su trabajo en el score.
El siguiente lunes, se estrenó otra esperada cinta que formó parte de la Selección Oficial de Cannes: Cosmópolis de David Cronenberg. Esta película llega a cerrar las bocas que menosprecian a Robert Pattinson y lo coloca en un mundo futurista (pero retratado como si fuera en los sectores menos favorecidos de Manhattan) de glamour y decadencia para interpretar al joven millonario Erick Packer. Pasando la mayor parte del tiempo conversando con colaboradores, amantes y empleados, dentro de su fastuosa limousine –en la que tiene monitores ultramodernos que le informan al segundo de los movimientos de las bolsas de valores– vemos un día en la vida de Packer en el que sus negocios van en picada mientras alrededor del mundo van creciendo cada vez más las protestas por la desigualdad económica.
El mayor reto para el espectador y, a la vez, el mayor atributo de esta película, son los diálogos saturados de reflexiones filosóficas y psicológicas, que provienen directamente de la novela de Don Delillo en la que se basa la cinta. Pero la maestría para crear la atmósfera e ilustrar las reflexiones muestran la gran capacidad del director para analizar nuestro mundo a través de uno creado por él. La densidad de este filme explica las opiniones encontradas de la crítica pero, si aceptamos recibir una lluvia de ideas, nos quedaremos con más de una memorable.
Una grata sorpresa fue Beyond the Hills de Cristian Mungiu. Esta película que obtuvo el premio tanto a Mejor Guión como a Mejor Actriz para sus dos protagonistas (Cosmina Stratan y Cristina Flutur, a quienes entrevistaremos mañana) es el retrato de un monasterio rumano extremadamente ortodoxo que se ve sacudido por la irrupción de una chica obsesionada con una de las jóvenes monjas. Los hechos que se suceden ponen en entredicho los valores de los habitantes del monasterio pero de una manera extremadamente comprensiva deshaciéndose de todo prejuicio.
El final de la película es de lo más elocuente pues deja claro que, a pesar de que las consecuencias del conservadurismo (aparentemente retrógrada) con el que se comportan los personajes religiosos son devastadoras, la vida moderna no se queda atrás en casos igual o más perturbadores. A pesar de no ser una de las más ruidosas cintas de este festival, debería ser considerada como una de las imperdibles.
Aquí unos comentarios de lo que vimos en los últimos días del festival:
Metal y hueso de Jacques Audiard
Ali (Matthias Schoenaerts) no es ningún galán heroico, es un padre descuidado que se las arregla para sobrevivir trabajando como guardia de seguridad o sacaborrachos y no tiene reparos en involucrarse en algún negocio ilegal o en peleas callejeras. Stéphanie (Marion Cotillard) tampoco se enamoró de él instantáneamente sino que, después de haberlo conocido tras una pelea en un bar de dudable reputación, le llamó casi por curiosidad cuando un terrible accidente limitó su vida a una silla de ruedas. Con esos elementos, Audiard da lugar a una historia en la que el amor no llega de maneras convencionales ni en momentos ideales sino como parte de una desesperación de escapar a la soledad.
Los salvajes de Alejandro Fadel
Las historias de grupos de adolescentes que se juntan como pandillas para ayudarse entre ellos a sobrevivir suelen llevar implícito el rito de transición para los personajes. Sin embargo, en esta cinta de Alejandro Fadel, poco a poco los integrantes de esta especie de pandilla van desertando de lo que parece ser su único futuro medianamente estable.
Todo comienza con cuatro jóvenes argentinos y una chica de escabrosos pasados que emprenden un largo viaje a través de algún lugar rural de su país en busca de la casa del padrino de uno de ellos en donde planean vivir escondidos. Nunca se dice claramente donde están ni a dónde van; aunque alguno llega a mencionar un sueño criminal en Buenos Aires se entiende que por el momento están lejos de la ciudad. Sus orígenes son diversos y las habilidades de cada uno les ayudan para aprovechar como alimento a los animales que los rodean y, como anestesia, a sustancias como un bote de pegamento que aparece por ahí. Ninguno lo piensa dos veces antes de disparar un arma para matar al hombre que lo descubra robando su casa, porque saben que el otro tampoco se tentará el corazón.
Todos los seres que los rodean y con los que interactúan, aunque lleven vidas sedentarias, también son salvajes y parecen vivir en el límite de sus impulsos. En este filme la muerte tiene tan poco drama como la vida y no hay lugar para pensar en mucho más que el siguiente paso del camino.
West of Memphis de Amy Berg
El tema de las fallas en los sistemas penales alrededor del mundo ha sido buen alimento para el cine documental. Este es el caso de esta película de Amy Berg en la que nos cuenta la historia, con final relativamente feliz, de tres jóvenes acusados injustamente de asesinar a dos niños y rescatados muchos años después de las garras del sistema judicial estadounidense.
Lo que cuenta el documental es sin duda terrible y escandaloso pues muestra que la política y los prejuicios pueden más que la justicia pero gran parte del valor de la película se lo dan los integrantes del movimiento que ayudó a cambiar las cosas: Henry Rollins, Eddie Vedder, Patti Smith, Johnny Depp etc. Además cuenta con entrevistas a los también productores Peter Jackson y Fran Walsh. Como documental, aunque evidentemente tendencioso, cuenta con todo el proceso de investigación para ser un valioso aunque prescindible documento sobre un tema que otros también han querido contar.
Miradas múltiples de Emilio Maillé
Es evidente que hay un valor implícito en la tarea de realizar un documental que se enfoca en la importancia de la fotografía del mexicano Gabriel Figueroa para el cine nacional e internacional. Pero, además, esta película tiene dos valores agregados: darle voz a fotógrafos que han estado a cargo de todo tipo de películas memorable a pesar de que sus nombres no sean tan luminosos como el de otros miembros de la industria cinematográfica y, especialmente, plantear una discusión sobre el lugar de la fotografía en el cine actual en el que las cosas se hacen de manera muy distinta a los tiempos de Figueroa.
El paciente interno de Alejandro Solar Luna
Este documental nos cuenta la historia del hombre que intentó asesinar a Díaz Ordaz y cómo llegó a un albergue para personas en situación de calle. Todo el proceso que llevó a este personaje a esta condición está plagado de huecos en el sistema que lo consideró mentalmente inestable y lo sometió a un castigo mucho más agresivo del que le correspondía. Este documental funciona como documento histórico; como exhibición de las fallas de la burocracia de nuestro país; como retrato de lo que es vivir en la calle, y como discusión sobre un muy particular punto de vista de lo que es la libertad.
Après mai de Olivier Assayas
Esta cinta semiautobiográfica del director francés Olivier Assayas es extremadamente anecdótica pues parece que el cineasta decidió retratar su juventud pegando los pedazos de momentos que quedaron grabados en su memoria. Gracias a esto el filme logra crear la atmósfera de los finales de los sesenta con todos los pormenores de una época de confusión política en la que, sin embargo, los jóvenes participaban ávidamente. También, mientras el cineasta nos cuenta su acercamiento al cine y al arte en general, nos da una muestra de las tendencias de la época con referencias a grupos como la generación beat y los situacionistas. En medio de todo esto los personajes de Assayas se ven frente a disyuntivas como la del compromiso político o la relación de este con el arte.
Competencia Oficial
La sección de Largometraje Mexicano del festival la dejamos aparte y aquí les dejamos los comentarios que fuimos subiendo de botepronto. Como podrán ver, no coincidimos con el jurado del festival que eligió No quiero dormir sola de Natalia Beristáin como la cinta ganadora de esta sección:
I Hate Love
★1/2✩✩✩
Así como en esta edición del festival (y, en general, en muchos festivales) se presentan filmes que clara, nítidamente son realizados con ése como fin principal y único: ser presentados en festivales, hay otras películas para las que no parece existir razón alguna que justifique su invitación a este tipo de competencias. Más allá de sus cualidades o defectos, su hábitat es otro. Es el caso de I Hate Love. Su espacio natural serán las salas comerciales. Es una cinta ciertamente hecha con oficio (a pesar de apenas ser el segundo trabajo de su director), que conoce cómo sacar provecho de las fórmulas de la narrativa convencional, que explota los lugares comunes de ella, que sabe mantener el ritmo, que consigue trabajosamente confeccionar personajes que podrían resultar empáticos para algunos, pero que de ninguna manera intenta, o no está posibilitada, para explorar con honestidad o profundidad temas de trascendencia. La película es un ‘boy flick’, con sensibilidad plástica, heredera de la más pura tradición televisiva, que en esa línea se da el lujo de ostentar el haber filmado en sitios inalcanzables para muchos. Es un melodrama romántico que no tiene mayor ambición. Acaso ser útil a los patrocinadores que confiaron en este producto.
AFD (@SirPon)
Restos
★★✩✩✩
Decía Chekhov que si en un cuento aparecía una pistola alguien tenía que usarla, pero nadie dijo que tienes que saber desde el primer momento cómo y cuándo va a hacerlo. Este drama romántico de un hombre atormentado por el suicidio de su última pareja que se refugia bebiendo en un hotel en donde descubre que a la chica del cuarto de al lado la golpea su esposo, es extremadamente predecible (seguro ya adivinaron el final). La historia podría haber formado parte de alguna telenovela pero la manera de abordarlo en esta cinta tiene varios elementos rescatables como lel uso de flashbacks en los que nos enteramos por partes de la historia con la otra pareja o unos desvaríos oníricos en los que parece que los dos personajes principales son sonámbulos. No hay quejas en cuanto a la calidad de su realización pero el tema trillado del encuentro amoroso entre dos perturbados y la violencia contra la mujer, pudo haber tenido un tratamiento menos obvio.
AVE(@AloValenzuela)
Táu - Daniel Castro Zimbrón
★★1/2✩✩
Durante el día, Gus parece un investigador de los cactáceos de Wirikuta, pero cuando llega la noche, vemos que esto solo disfraza un dolor que apaga con tequila antes de dormir y que el desierto es un refugio donde puede lamentarse en soledad. La fotografía le hace honor a las locaciones potosinas y la actuación de Brontis Jodorowsky logra transmitirnos la perturbación de su personaje. Sin embargo, cuando las cosas se complican para el protagonista y comienza a desvariar a causa de la deshidratación, el filme también se pierde en una serie de elementos (el fantasma de la mujer de Gus que va y viene, un chamán huichol cuyo lugar en la historia no queda claro, alucinaciones con y sin peyote de por medio) que marcan varios caminos que no llegan a ningún lado.
AVE(@AloValenzuela)
Las lágrimas - Pablo Delgado Sánchez
★★★✩✩
Esta cinta retrata el abandono de un hogar fracturado en el que Gabriel, un pequeño niño de diez años, vive junto a su hermano mayor, Fer, quien se destruye con drogas y alcohol mientras que la madre pasa el día lamentándose encerrada en su cuarto. En algún momento, Fer decide llevar a Gabriel al bosque para acampar y durante ese viaje se confrontará la actitud autodestructiva que ha tomado para lidiar con la situación.
La película destaca tanto por su fotografía como por el cuidado en los diálogos que muestran la relación entre los hermanos, lo solos que se encuentran desde que su padre se fue del hogar y la madre se hundió en la depresión y la forma en que, poco a poco –a través de certeras elecciones del director– Fer entiende su papel como hermano mayor. El final resulta precipitado al permitir una solución repentina y sin demasiada justificación; sin embargo, el filme está cuidadosamente trabajado y logra transmitir el proceso de lo que ocurre dentro de sus dos personajes principales.
AVE(@AloValenzuela)
Fogo - Yulene Olaizola
★★✩✩✩
Fogo es el resultado de un proyecto de residencia de su directora, Yulene Olaizola, en la isla de Fogo, en Canadá. Y se nota. Más que un filme, propiamente hablando, parece un ejercicio fílmico en el que intenta capturar los elementos propios del lugar como, eh, en un documental de turismo de la zona; el cumplimiento puntual a un requisito académico. Montada en esta inclinación tan actual por borrar las fronteras del documental y la ficción, merece mención el rescate que hace de personajes desolados a los que solo les queda soportar el progresivo deterioro del minuto a minuto de sus vidas. Sin embargo, sus buenas intenciones no resultan suficientes para hacer trascender este proyecto en forma alguna. En cuanto comienzan a rodar los créditos finales, inicia el peregrinar de este filme hacia el olvido.
AFD (@SirPon)
No quiero dormir sola - Natalia Beristáin
★★✩✩✩
El debut de Natalia Beristáin como directora de largometrajes, con No quiero dormir sola, deja muchas dudas. Se aprecian ideas, Natalia intenta decir cosas. Desgraciadamente, las ideas no son nuevas, y ni siquiera abordadas desde un ángulo original (las huellas del paso del tiempo, la nostalgia por días mejores, el intento por soterrar la soledad con sexo casual, el desprecio por los familiares ancianos –hasta que hay un proceso epifánico– y, claro, la redención), además de agolparse unas con otras. Pero ni siquiera la propuesta formal (ni en términos de la puesta en escena, ni en los recursos desplegados para retratarla) resultan atractivos y mucho menos destacables. Todo lo hemos visto hasta el cansancio. Y la referencia –consciente o no– a Sunset Boulevard, con una actriz veterana que cree que los días dorados no han pasado, versión colonia Roma, no hace sino terminar de ahogar un proyecto del que la señora Adriana Roel intenta, gallarda pero infructuosamente, ser salvavidas.
AFD (@SirPon)
Halley - Sebastián Hofmann
★★★✩✩
Tras contraer una extraña enfermedad, el vigilante de un gimnasio se convierte en un muerto viviente que vuelve a sus actividades sin que las personas que lo rodeaban antes lo noten. Esta película inmediatamente remite al género de zombies aunque aquí el personaje principal en realidad es solo un ser cuya mediocridad ante la vida se representa en su podredumbre física.
Aunque por momentos el filme pierde de vista sus objetivos y se queda en el retrato de lo absurdo de la vida, algunos detalles bien logrados en diálogos en los que los personajes tienen momentos de lucidez logran dejar claro que se trata de una película que plantea una discusión sobre lo que significa vivir y morir. Los valores de la realización son numerosos desde el nada fácil de lograr maquillaje del protagonista hasta las interpretaciones de todos los personajes. Es una apuesta que no flaquea en riesgos ni en calidad aunque en su interés por mostrar una vida de muertos pierde fuerza narrativa.
AVE(@AloValenzuela)
No hay nadie allá afuera – Haroldo Fajardo
★1/2✩✩✩
Los avances tecnológicos hacen cada vez más fácil y barato que alguien haga una película por sí mismo. Esta cinta extremadamente independiente es una prueba de ello, pero también demuestra que estos experimentos muchas veces deberían ser solo algo para compartir con los amigos en Youtube. La apuesta inicial es interesante: contar la historia de un adolescente confundido que decide formar una banda de punk. El problema es que el director no tomó decisiones tajantes y quiso utilizar un gran número de recursos cinematográficos sin conocerlos del todo y, además, olvidando por completo la narrativa.
En una escena, por ejemplo, dos personajes comentan el guión de la cinta como coqueteando con la metaficción pero olvidándose de ella en seguida. También podemos ver secuencias tipo videoclip o una serie de oscuros de varios segundos que no tienen más justificación que la experimentación juguetona y absurda. La historia es plana y vacua, y parece solo un pretexto para hacernos escuchar una serie de canciones de una banda que no tiene nada de sobresaliente en su género. Es celebrable la democratización en la realización cinematográfica y que esta sea aprovechada por personas con interés en experimentar y jugar con las posibilidades del cine, pero es importante que tengan en cuenta que no todo lo que se hace merece ser mostrado.
AVE(@AloValenzuela)
Rezeta - Luis Fernando Frías de la Parra
★★★✩✩
La película llevaba transcurrida más de media hora, y parecía que era otro de los malogrados filmes de la tan débil y flaca competencia de este año; diálogos insulsos, trama que no parecía ir a ningún lado, situaciones irrelevantes, interpretaciones irritantes. Pero, de pronto, el director comienza a apretar tuercas aquí y allá; pone en orden un acto al que le salía agua por todos lados. En parte, ayuda la consolidación del personaje de Alex, en buena medida gracias a la afinación que de su interpretación hace Roger Mendoza, con base en simpatía y carisma, y que incluso termina contagiando, para bien, a Rezeta. Pero, sobre todo, a que la trama se encarrila explorando con tacto y buen juicio el tema de los celos en una relación que empezó siendo amistosa, y en la que las confesiones de cuates se transforman en sombras que perturban la consolidación del truculento paso de la amistad al amor. El director elige bien las secuencias para desarrollar en pantalla ese proceso. El progreso de la relación de Alex y Rezeta no sólo es creible sino que logra involucrarnos e interesarnos por su desenlace. La última media hora del filme, no únicamente representó un sprint que distingue a la película de buena parte del resto de las cintas en competencia; ayuda también a endulzar ligeramente el mal sabor de boca que la Selección Oficial de Largometrajes de esta año nos ha dejado.
AFD (@SirPon)