Por Renée Alegría
Del 27 de mayo al 6 de junio, 2010. Distrito Federal.
Después de la cancelación del festival de cine más representativo de la capital, el Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la ciudad de México (FICCO), los deseos por construir otro foro internacional de cine no desaparecieron.
En el 2009 la Secretaría de Cultura del Gobierno del Distrito Federal aprobó la Ley de Filmaciones y la Ley de Fomento al Cine Mexicano, que obligan a crear una semana de cine mexicano en la capital. Los resultados se dirigieron a la producción de Distrital, Semana de Cine Mexicano y Otros Mundos, bajo la dirección de Paula Astorga.
A diferencia de otros festivales, Distrital no premió a ninguna producción, se constituyó, más bien, como una muestra. Sin embargo, su estructura logró elevar el consumo de extraordinarios filmes nacionales e internacionales en el Distrito Federal.
Desde su primera edición, este Festival se estableció como una plataforma para el intercambio cinematográfico entre el creador y el espectador, misma que permitió involucrarnos de lleno con la cinematografía mexicana a través de la proyección de 25 producciones clasificadas en tres secciones: “Cine Mexicano Contemporáneo” —selección de las mejores películas—, “Perspectivas del Cine Mexicano” —selección de películas anteriormente expuestas— y “Plataforma Digital” —selección de documentales realizados en formato digital.
Inaugurado el 27 de Mayo del 2010, Distrital arrancó con el estreno comercial de Abel (2010), cinta realizada por Diego Luna y coescrita con Augusto Mendoza; primera obra de ficción de Luna, que ciertamente auspicia probables éxitos en la futura carrera de este actor y director.
Abel es un niño de nueve años internado en un hospital psiquiátrico debido a un extraño comportamiento que se manifiesta en su falta de capacidad para comunicarse. Sorprendiéndonos de la mejor manera, Luna le da vida a una cómica e ingeniosa vuelta a los clichés del melodrama y, sustentada en destacables interpretaciones, factura una película de gran calidad.
Entre las producciones mexicanas destacó la crudeza y debraye de Mexicali (2010), que confirma que el presupuesto no es lo más importante en la producción de un largometraje. Juan Palacio y Max Herrlander registran una casi improvisada aventura, interpretada por ellos mismos, que tiene lugar en la capital fronteriza de Baja California, Mexicali. Este exótico dúo retrata la íntima y caótica relación que surge entre ellos mientras viven un futuro incierto en medio de la nada.
Tras la presentación de Mexicali, como se acostumbra en cualquier festival de cine, el público pudo convivir con Juan Palacio en la sesión de preguntas y respuestas. Por si fuera poco, posteriormente, en la fiesta de estreno, We Are The World —banda de electro experimental originaria de California— sorprendió con su presentación y se convirtió en un placentero descubrimiento para los amantes de la música.
Como parte de la cartelera de estrenos se presentó Bala mordida (2009), cinta de Diego Muñoz que expone la corrupción policial en el Distrito Federal y cuestiona la complicidad de su sociedad. Combinando brillantemente momentos cuya absurdez termina resultando cómica y episodios de escalofriante realismo, éste es un filme que nuestras pantallas de cine necesitan proyectar y el público mexicano debe ver.
En un género poco explorado por la industria cinematográfica mexicana, Somos lo que hay (2010) presenta una historia de horror dirigida por Jorge Michel Grau con el canibalismo como eje. Provistos de cierto misticismo, los personajes nos muestran esta oscura y sangrienta tradición alimenticia, dispuestos a mantenerla sin importarles quién será el proveedor, pues tienen en mente una sola razón: sobrevivir.
Con doce películas internacionales proyectadas en el marco de “Otros Mundos”, una de las sorpresas más excepcionales fue la exhibición de Ajami (2009), cinta altamente reconocida por la Academia de Filme Israelí (ganadora de premios como Mejor Director y Mejor Película) que describe la vida en una comunidad multicultural en el sur de Tel-Aviv, Jaffa. La vida de los protagonistas está entrelazada en cuatro capítulos, y retrata despiadadamente la vida de los árabes en terreno israelí y su tortuosa relación con los judíos.
Proyectada, muy lamentablemente, en Blu Ray y no en 35mm, Diente de perro se erigió como una de las mejores cintas del 2009. Dirigida por Yorgos Lanthimos, esta película cuestiona la posibilidad de la familia, como tradicionalmente la conocemos, en pleno siglo XXI. Los padres han conservado la inocencia sus tres hijos veinteañeros encerrándolos en su casa permanentemente. Todo cambia cuando el exterior pervierte este inmaculado ambiente a través de una de las películas del legendario Rocky Balboa.
Desde Finlandia, Encuentro (2009), de Pepe Diokno, con tomas incesantes y sórdidas, retrata una asfixiante y laberíntica favela en la que parece no haber escapatoria de la muerte.
Expuesta en diferentes festivales internacionales de cine como Toronto y Cannes, Historia Mundana (2009) de Anocha Suwichakornpong explora la relación entre un joven que quedó paralizado y su enfermero. Esta historia expone la fragilidad de la vida y las relaciones que establecemos en ella, sin olvidar que siempre existirá la posibilidad de renacer literal y metafóricamente.
En Líbano (2009), ganadora del León de Oro en el pasado Festival de Cine de Venecia, Samuel Maoz retrata la primera guerra en la República Libanesa. Durante la guerra de 1982, en el ambiente claustrofóbico que reproduce el interior de un tanque, cuatros soldados de poca o nula experiencia nos contagian su miedo y tensión mientras presenciamos su lucha por no desmoronarse ante las decisiones bélicas que deberán tomar.
Ho Tzu Nyen construye la historia de un hombre que encuentra a su esposa asesinada en el piso de la cocina. Lejos de recordar detalles que pudieran explicar el estado trágico de su esposa, este hombre pierde el habla y es recluido en un instituto mental. Aquí (2009) describe los diferentes eventos que afectaron el estado mental y emocional de los internos, y que los llevaron a ser hospitalizados en un sitio así.
Bajo el título de Carcasses (2009), este falso documental, dirigido por el canadiense Denis Côté, nos enseña la vida de Jean-Paul Colmor tal y como es: aburrida la mayor parte del tiempo, intrascendente y construida a partir de la recolección de objetos un tanto obsoletos, como carcasas de autos. Jean-Paul eventualmente recibe la visita sorpresa de un grupo de jóvenes con síndrome de Down que perturba la monotonía de su rutina.
Los últimos héroes de la península (2008) documenta las cinco leyendas de campeones mundiales de box nacidos en la Península de Yucatán; todos espléndidos peleadores que lo perdieron todo, con excepción de sus trofeos y sus valiosos recuerdos.
Entre secretos familiares y datos nunca antes expuestos, Viviana García Besné documenta la contribución de su abuelo en la industria cinematográfica de nuestro país. Perdida (2009) es una historia divertida, informativa y sentimental que muestra los avances del cine puramente mexicano a lo largo del siglo pasado.
El pan y la leche, elaborado por los franceses Xavier de la Vega y Carim Aseddine, es un documental que presenta el fenómeno de la migración en un trayecto casi mortal desde el sur hasta la frontera norte del país. El relato se centra en los “desencuentros” familiares que eventualmente darán firmeza a la economía familiar.
En la programación de “Cuadrante” —selección de películas relacionadas con la escena musical y la transformación de la industria musical en los últimos tiempos— destacó el documental Necesito ese disco (2008). Dirigido por Brendan Toller, expone cómica e irónicamente las fuerzas subterráneas que obligaron a cerrar más de tres mil tiendas de discos independientes durante la década pasada en Estados Unidos. Con entrevistas a músicos como Thruston Moore de Sonic Youth o Chris Frantz de Talking Heads, y a líderes de opinión como Noam Chomsky, el director logra establecer que el cierre se debe a la homogeneización del consumo cultural y al poco sentido de comunidad que prevalece en nuestra sociedad.
De las sorpresas más excepcionales fue el trabajo de Gruff Rhys y Dyl Jones, con Separado! (2009). Un documental que inicia en Gales y se teletransporta, en un trayecto tan extenso como insólito, a la recóndita Patagonia. Esta vez Gruff Rhys no está acompañado de los Super Furry Animals —donde es vocalista—, pero a través de su música logra descubrir una comunidad galesa en el extremo sur de Argentina que aún lucha por rescatar sus tradiciones. Esta exhibición concluyó de la mejor manera, con el performance del encantador Rhys.
Igual no nos importa la música (2009) expone con estilo a la escena experimental de la música avant-garde de Tokio. Estrafalarios músicos interactúan en una mesa redonda expresando sus opiniones sobre la evolución de su profesión en los últimos años, con escenas de un Tokyo moderno y en constante movimiento como trasfondo.
Una de las proyecciones especiales de Distrital, y que dio realce al festival, fue el compilado Suertes, humores y pequeñas historias de la Independencia, una cuidada colección de cortos, breves pero sustanciosos relatos con enseñanzas históricas, entre cuyos realizadores destaca René Castillo y de Rigo Mora.
Esa misma noche, se proyectó Redes, película de 1936 dirigida por Emilio Gómez Muriel y Fred Zinnemann. Pese a lo acartonado de las actuaciones, cierto desaseo en el montaje y el carácter eminentemente panfletario del discurso, el filme sigue teniendo relevancia por la espinosa vigencia que el drama de la injusticia social ahí retratada tiene aún en nuestros días; por la bella propuesta fotográfica del famoso Paul Strand, que capturaba paisajes con una mirada que tuvo ecos en Gabriel Figueroa y, significativamente, por la opulenta música de Silvestre Revueltas que durante la función fue tocada en vivo.
Tan sólo unas semanas antes de la llegada del verano que, como es costumbre, trae consigo la invasión de blockbusters, Distrital brindó a los capitalinos una bocanada de aire fresco con una cuidada selección de películas de arte y de cine mexicano que no siempre —pocas veces, en realidad— llega a cartelera. Tras su paso fugaz, no es muy arriesgado augurar que si el tiempo le permite asentarse y consolidarse ésta competirá por convertirse en la muestra más importante de la ciudad.