Por Daniela Tena
"A través del cine se conoce el mundo y se aprende a creer en él".
–Roger Koza, programador de FICUNAM
Del 24 de febrero al 3 de marzo, 2011. Distrito Federal.
La primera edición del Festival Internacional de Cine de la UNAM (FICUNAM) cumplió con éxito el objetivo de convertirse en una plataforma para obras cinematográficas de espíritu independiente y propositivo que se mueven al margen de los circuitos comerciales –además de aventurarse por un camino de alto riesgo con posturas políticas determinantes y una estética narrativa que difiere de la lógica audiovisual dominante.
Si algo caracterizó al FICUNAM fue la claridad en la propuesta discursiva de su programación, compuesta por 130 títulos nacionales e internacionales y complementada por una serie de mesas redondas, conferencias magistrales y actividades académicas promovidas por la Cátedra Ingmar Bergman de Cine y Teatro. El director de programación Maximiliano Cruz, antiguo programador del ahora extinto Festival Internacional de Cine Contemporáneo de la Ciudad de México (FICCO) y socio de la distribuidora y productora de cine Interior 13, asumió junto al crítico especialista y programador argentino Roger Alan Koza, una postura curatorial arriesgada y contundente que apostó por propiciar el debate y el intercambio en las coyunturas y diálogos que se establecen entre el cine y el arte contemporáneo. Una dinámica que, en su discurso de presentación, la directora del Festival, Eva Sangiorgi, llamó “el cine del futuro”. Las incursiones de cineastas en el territorio del arte y de artistas en el continente del cine no son nuevas y es difícil afirmar que conformarán el cine “del futuro”, pero sin duda es una de las modalidades de la cinematografía actual.
Al mantenerse alejado de las alfombras rojas y el glamour que caracterizan a muchos festivales, el FICUNAM alentó un aire de familiaridad y frontalidad entre el público, los cineastas invitados y los miembros de la comunidad cinematográfica. Con invitados de la talla de Apichatpong Weerasethakul (La leyenda del tío Boonmee, 2010) ganador de la Palma de Oro en el Festival de Cannes 2010, del director armenio creador del “montaje a distancia” Artavadz Peleshian, del músico, escritor y realizador francés F.J. Ossang o del realizador kazajo Sergei Dvortsevoy, se plantearon una serie de reflexiones en torno a los aspectos formales, las nuevas tendencias y temáticas del cine contemporáneo.
El festival proyectó para su función inaugural Meek´s Cut Off (2010) de Kelly Reichardt, una de las realizadoras más importantes de la escena independiente norteamericana, y cuya cinta plantea el debate de la aproximación al otro a través de una historia contextualizada en los primeros años de la nación estadounidense, cuando indios y blancos se disputaban las tierras.
Dentro de la sección Territorios se presentó una selección de las obras más representativas de Apichatpong Weerasethakul, uno de los directores que mejor encarnan el espíritu del Festival, y quien en años recientes se ha convertido en uno de los pináculos del cine contemporáneo al proponer líneas de fuga hacia expresiones propias del arte contemporáneo. Asimismo, el MUAC acogió la exposición Primitive, compuesta por siete video-instalaciones, un libro y una serie de fotografías en donde Weerasethakul, a partir de la exploración de la historia de Nabua, un pequeño pueblo al noreste de Tailandia, indaga en uno de los conceptos coyunturales de su obra: la memoria.
En conferencia magistral, el artista tailandés hizo un breve repaso de su extensa obra audiovisual exponiendo los puntos de coincidencia entre su trabajo artístico y cinematográfico. El cineasta afirmó que lo más importante en su cine es el proceso; sus películas son diarios en donde registra su propia maduración así como los cambios que sufre su perspectiva. Para el realizador, el cine no es si no un gran simulacro que le permite entrar en contacto con ciertas experiencias y conocer gente que transforme su visión.
El cine como fantasmagoría, luz que se proyecta en la obscuridad, el espectro del pasado que se superpone a un presente que rápidamente se convierte en sustancia espectral, la mitología, las leyendas y las memorias “de segunda mano” que vuelven como fantasmas íntimos, lo primitivo como médula y centro de retorno constante, la “ciencia ficción del pasado” de factura artesanal, la constancia de la mirada hacia un vector invisible así como la insistente presencia de un objeto misterioso son elementos que forman parte del imaginario de la obra prolífica de este artista.
El FICUNAM dedicó un espacio a mostrar una restrospectiva del polémico y siempre interesante director francés Jean Eustache. La actriz Françoise Lebrun dijo después de la proyección de la película La maman et la putain (1973) que el realizador francés tenía muy claro que cada tema tenía su propia duración. Durante las 3 horas 40 minutos en las que se desarrolla este magnífico filme en blanco y negro que retrata el París de una juventud convulsionada tras lo ocurrido en el 68, podemos ver reflejada la concepción del sentido de duración que el realizador tenía para exponer una temática en pantalla. Un filme de factura sencilla, con pocas locaciones y actores, cuya complejidad y fuerza radica en las relaciones y situaciones que se establecen entre los personajes hacia el interior de sus vidas íntimas en donde se plantean temáticas tan vigentes como la apertura a nuevas formas de relación, así como la dislocación en el significado de los roles de género.
También de Eustache se proyectó Une sale histoire I y II, (1977) compuesta por dos cortometrajes; el primero es una ficción basado en un documental en el que un hombre relata frente a un grupo de mujeres y hombres una experiencia de voyeurismo que tuvo en un café de París. El director presenta las perspectivas de un mismo evento, haciendo dialogar el documental con la ficción. Eustache centra gran parte de la potencia dramática de su obra en el lenguaje: es a partir de la reconstrucción verbal que los personajes hacen de sí mismos que el filme adquiere una cualidad poderosa y viva.
Dentro de la selección de competencia internacional destacaron En el futuro (2010) del director argentino Mauro Andrizzi, ganadora del Queer Lion Award durante 67 Festival Internacional de Cine de Venecia. Una cinta estructurada en capítulos en donde distintos personajes evocan sus amores frustrados, centrándose en una reconstrucción subjetiva del pasado en donde lo que se recuerda no es necesariamente lo que sucedió. Andrizzi admitió en entrevista con EnFilme que esta película fue una forma de exorcizar toda la brutalidad que tuvo que enfrentar en su cinta anterior Iraqi Short Films (2008).
Paraísos artificiales (2010), de la realizadora mexicana Yulene Olaizola (Intimidades de Shakespeare y Victor Hugo, 2008), es una propuesta cinematográfica que trata acerca de una chica con problemas de adicción que viaja a una playa apartada en Veracruz, en donde entra en contacto con los habitantes del lugar y sus historias que también están marcadas por la adicción. Olaizola presenta una ficción que explora la contigüidad con el documental en donde se percibe la línea estética de su cinta anterior dando continuidad a la búsqueda de maduración de una voz propia.
La película surcoreana Poesía (Shi, 2010) de Lee Chang-Dong, trata sobre Mija (Jeong-hie Yun), una mujer de la tercera edad, que tiene que enfrentar el delito de violación que su nieto adolescente perpetró junto con otros jóvenes. Mija, descubre su propia fortaleza interior a partir su búsqueda poética. La lisière (2010), de Géraldine Bajard, es una puesta en escena que trata sobre los juegos de seducción entre menores de edad y adultos poniendo de manifiesto la dislocación actual entre las edades. El filme, cargado de tensión sexual, mantiene al espectador en una incertidumbre tirante siempre a punto de estallar.
En la sección Ahora México se premió la cinta Lecciones para Zafirah (2010), de Carolina Rivas y Daoud Sarhandi, en la que bajo el lema de “Todos somos migrantes” los cineastas realizan un diario cinematográfico en donde exponen sus perspectivas respecto al fenómeno migratorio a su hija de tres años Zafirah. El Premio Aciertos al Mejor Cortometraje fue para “Bajo el mismo techo” de la realizadora Talía García Aach, documental realizado durante su estancia en la escuela de cine de San Antonio de los Baños.
El Premio del Público fue para Attenberg (2010), de la cineasta griega Athina Rachel Tsangari quien también recibió el Puma de Plata al Mejor Director. Una historia de un padre y su hija que se enfrentan a la incertidumbre de la vida, el sexo, el amor y la muerte en el escenario de un experimento arquitectónico fracasado construido para albergar a los trabajadores de una fábrica de aluminio.
Apostando por un cine arriesgado y propositivo, Aita (2010) del director José María de Orbe, fue la ganadora del Puma de Plata a la Mejor Película, una cinta que expresa muy bien la línea curatorial del FICUNAM. Situado en una antigua casa abandonada que ha sido testigo de gran parte de la historia bélica del país vasco, Aita es un proyecto cinematográfico que colinda con los discursos del arte contemporáneo, en donde de Orbe reflexiona en torno al concepto de la luz y el espacio en el cine. Las paredes oxidadas sobre las que son proyectados fragmentos fílmicos del primer cine vasco con un deterioro plástico es una analogía directa con el propio destino del cine.
En un ambiente de euforia y alegría se llevó a cabo la clausura de la primera edición del Festival, ovacionado por una sala llena en donde los tradicionales goyas de la comunidad puma estuvieron presentes para enseguida continuar con la proyección del documental de la Revolución Mexicana La historia en la mirada, de José Ramón Mikelajáuregui.