Por Fernando Moreno (@elmoremoreno)
Del 16 al 24 de septiembre, 2011. San Sebastián.
Nueva sangre para un certamen con historia
Hace poco más de un año me despedía de Donostia con la promesa de volver al que, hasta ese momento, era en mi opinión el mejor lugar posible para organizar un festival de cine. Después de 365 días sigo pensando lo mismo. La combinación de una ciudad hermosa junto al mar, cine de primera calidad y una oferta gastronómica insuperable son razones para no faltar nunca a esta cita. El festival de 2011 superó en mucho la edición anterior, tanto en la calidad de las cintas en competencia como en el ambiente.
Las dudas que siempre despierta el cambio de dirección en una justa con la reputación de San Sebastián se vieron disipadas desde el mismo momento que se dieron a conocer a los participantes en la sección competitiva, así como las diferentes galas e invitados especiales. Más allá de los comentarios del cineasta mexicano Arturo Ripstein (que revisaremos más adelante en este texto), la opinión general coincidió en reconocer la llegada de José Luis Rebordinos a la dirección del festival como una bocanada de aire fresco.
El glamour de las estrellas
Una de las primeras razones para creer en esta nueva edición del festival, fue saber que el premio Donostia a la trayectoria sería para Glenn Close, esa extraordinaria actriz que ha sido ignorada por la academia de Hollywood en cinco ocasiones. Dueña de una carrera sólida y brillante, a la actriz oriunda de Connecticut le ha tocado nacer en la misma época de otra fuera de serie que se llama Meryl Streep.
Más allá de su mala suerte y de los premios que pueda llegar a ganar, Glenn Close es una mujer más hermosa e inteligente de lo que pueden aparentar sus papeles de mujer dura y agresiva. Detrás de esos ojos azules acero y su menuda figura, se esconde una mente ágil y una personalidad encantadora que nos recuerdan por qué a algunas actrices se les puede catalogar como estrellas. Sabedora de que no se está haciendo más joven y de que cada vez le ofrecerán menos papeles interesantes, ha comenzado a desarrollar ella misma sus proyectos y de esa manera nace la cinta que se proyectó en la gala donde se le homenajeó: Albert Nobbs.
Basada en una obra de teatro que Close protagonizó en los años ochenta (The Singular Life of Albert Nobbs), adaptada al cine por ella misma, Gabriella Prekop y John Banville, y dirigida por el exquisito y sensible realizador colombiano-mexicano Rodrigo García, Albert Nobbs es muy probablemente el papel que consagrará a la actriz de manera definitiva. En él se conjuntan todos los elementos de una excelente película y de una interpretación que se antoja cosechará muchos premios. O al menos esa impresión da la historia de una mujer que se hace pasar por hombre para poder trabajar en la Irlanda del siglo XIX. Ver a Close trasvestirse y comportarse como un mayordomo flemático no hace más que imaginármela nominada al Oscar a principios del próximo año con buenas posibilidades de recibirlo. Tiempo al tiempo.
De nuevo México
Como ya es costumbre en San Sebastián, México tuvo una importante presencia en el festival.
Dentro del concurso se presentó un viejo conocido del evento Arturo Ripstein –dos veces ganador de la Concha de Oro–, además de Bernardo Arellano e Iria Gómez que ganaron su presencia el año pasado triunfando en la sección En construcción y Gerardo Naranjo que compitió en Horizontes Latinos. A las cuatro cintas de los mencionados realizadores (Las razones del corazón, Entre la noche y el día, Asalto al cine y Miss Bala) hay que sumar Carrière 250 metros dirigida por Juan Carlos Rulfo y producida por Simón Bros, y la retrospectiva que presentó Fundación MAPFRE a través de su festival 4+1 con nueve películas de cine mexicano contemporáneo (entre las que destacaron Alamar de Pedro González-Rubio y la multi premiada El lugar más pequeño de Tatiana Huezo).
De todas, la proyección que más llamó la atención durante la semana del festival fue el documental de Rulfo que, además de ser una premiere mundial, se presentaba justo el día del cumpleaños número 80 de su protagonista Jean-Claude Carrière, a quien los presentes le pudimos cantar las mañanitas ante de la sesión de preguntas y respuestas.
Concebida a partir de la obra y figura de un hombre orquesta del mundo cinematográfico Carrière 250 metros es un hermoso filme-homenaje donde aparecen amigos y cómplices del protagonista tales como Milos Forman o Peter Brook que lo acompañan en una peculiar road movie que recorre el mundo entero para llevarlo a caminar los 250 metros del título (la distancia que hay de la cocina de la casa de sus padres, lugar donde nació, a la tumba familiar en el panteón del pueblo).
Lo mejor y los premios
Más allá de la abundante presencia nacional en Donostia este año, hay muchas cintas importantes que resaltar del exquisito buffet que prepararon Rebordinos y compañía.
De las cintas fuera de concurso sería imperdonable no mencionar Pina, el brillante documental en 3D de Wim Wenders que filmó a manera de tributo a la mítica coreógrafa alemana Pina Bausch. Una muestra de inteligencia y conocimiento del lenguaje cinematográfico que, una vez más, deja claro que las nuevas tecnologías siempre serán bienvenidas cuando se ponen al servicio de un artista talentoso. Fue fantástico ver una sala llena de críticos de todo el mundo que tomaban sus lentes con una actitud escéptica y terminaban aplaudiendo emocionados al final del filme.
Otra de las joyas programadas en las galas de este año fue sin duda Le Havre del finés Aki Kaurismäki. Ave de tempestades y artífice de una de las carreras más interesantes del cine europeo contemporáneo, Kaurismäki alcanza con Le Havre un cine maduro que conmueve y divierte al tiempo que retrata, como es su costumbre, uno de los problemas sociales que aquejan al viejo continente: la migración.
Finalmente, y antes de pasar a los premios y la polémica que generaron, se impone hablar de la cinta francesa El artista del director Michel Hazanavicius. Precedida por la fama que le trajo el premio a mejor actor en el Festival de Cannes a su protagonista y por una impresionante colección de admiradores y detractores la cinta, es un gran homenaje al cine mudo y a las primeras estrellas que hicieron del séptimo arte algo más que un jugoso negocio. Metáfora y espejo de cómo una industria puede encumbrar a sus hijos pródigos e inmediatamente después devorarlos, El artista es mucho más que una curiosidad que juega con las convenciones del sonido en el cine.
Los premios
A la hora de hablar del premio de un festival como San Sebastián, el Palmarés, siempre nos encontraremos con reacciones polémicas ya que dejar contento a todo el mundo es algo prácticamente imposible. Así, el jurado presidido por Frances McDormand y con pesos pesados de la talla de Alex de la Iglesia, Bent Hamer y Guillermo Arriaga, no tenía un trabajo sencillo y algunas de sus decisiones terminaron por levantar ámpula.
Respecto de lo anterior, empezaré por decir que pocos premios me parecen tan justos como el de La Concha de Plata a Mejor Actriz para María León por La voz dormida de Benito Zambrano (una espléndida interpretación conmovedora y divertida a la vez), el de la Mejor Fotografía para Ulf Brantas por Happy End (imágenes contundentes y frías que casi queman) o el del mejor guión para Hirozaku Kore-Eda por Kiseki (una pequeña gran película llena de magia que, si fuera por mí, se hubiera llevado La Concha de Oro).
Otro galardón incuestionable tiene que ver con el triunfo de la cinta argentina Las acacias (una clase maestra de cine construido desde el silencio, la austeridad y la inteligencia) en Horizontes Latinos, donde Miss Bala de Gerardo Naranjo se llevó una Mención Especial para cosechar el único premio para una cinta mexicana este año.
Entrar al terreno del premio principal, la codiciada Concha de Oro, significa meterse en terrenos pantanosos, ya que la decisión del jurado, al reconocer a la cinta española Los pasos dobles de Isaki Lacuesta, desencadenó todo tipo de reacciones. Las menos pirotécnicas de un sector de la crítica que no entendió la decisión. Las más dramáticas de un colérico Arturo Ripstein que arremetió contra todos los miembros del jurado en una ya famosa entrevista en un diario vasco donde no dejó títere con cabeza.
Polémicas aparte, el cambio de dirección en el festival y la masiva participación de los donostiarras en una fiesta que es evidente sienten suya (es muy complicado conseguir boletos para las proyecciones públicas del Palacio Kursaal), son muestras claras de la cabal salud de la que goza el festival con la mejor sede posible en el mundo. A tres años de ir, no me canso de las calles de San Sebastián. No me canso de sus barras de pintxos, ni de sus cafés ni de sus restaurantes. No me canso de caminar por la playa de la Concha, ni la de Zurriola, ni del Casco Antiguo ni del barrio de Gross.
La verdad no creo cansarme nunca. Pretendo regresar el próximo año.