Por Rita di Santo
La película que inauguró el festival fue The Ides of March de George Clooney, su tercer largometraje. La estrella de Hollywood siguió su interés por la política estadounidense, y en su cinta retrata la historia de un joven talentoso (Ryan Gosling) que está involucrado en la campaña política del gobernador democrático Mike Morris (Clooney). La película es una adaptación la obra teatral Farragut North de Beau Willimon. Consigue consolidarse como en excelente thriller, muy bien escrito y realizado; emocionante e intenso. Clooney recoge perfectamente la atmósfera política, el cinismo y la corrupción moral, los engaños, el pragmatismo, y sobre todo la capacidad de dominar con la mentiras. Un filme elegante, como la anterior cinta del director Good Night and Good Luck. Tiene además un cast sorprendente encabezado por la gran actuación de Clooney.
El filme más aplaudido del festival fue Carnage de Roman Polanski. La película también está basada en una obra teatral, donde dos niños de doce años pelean, y uno golpea al otro con un palo. Los padres del niño herido, Penelope y Michael (Jodie Foster y John C. Reilly), invitan a casa a los padres del agresor, Nancy y Alan (Kate Winslet y Christoph Waltz), para hablar de la pelea. Penelope, ocupada en escribir un libro sobre las tragedias en Darfur, quiere arreglar todo de un modo civilizado. Michael, Nancy y Alan parecen tener la misma intención, pero la discusión se vuelve poco civil cuando surgen falsas acusaciones, interrumpidas constantemente por el celular de Alan, que es abogado. Al final los cuatro padres se pelean.
Este fantástico psicodrama explota en una feroz sátira sobre la pequeña burgesía de Manhattan. El filme está plagado de momentos memorables, el cast es excelente, la escenografía perfecta: son los ingredientes de esta astuta e inteligente película. Polanski ha hecho un trabajo de máximo nivel en su importante carrera.
Otro gran director del festival fue David Cronenberg con A Dangerous Method, una intrusión en el mundo del psicoanálisis de los famosos Sigmund Freud y Carl Gustav Jung además de Sabina Spielrein, una joven paciente en el mundo de los analistas. En el camino de la exploración, la sensualidad y ambición, guiarán a Jung, Freud y Sabina a un cambio irreversible que dará lugar al pensamiento moderno. El tema complicado de la película es fascinante. El único problema quizá sea la actuación de Keira Knightley, que con dificultad logra dar vida a su personaje, el más difícil de los tres y el más determinante para el suceso final del drama.
En competencia también estuvo el filme épico Warriors of the Rainbow: Seediq Bale del director taiwanés Wei Te-Sheng. En 150 minutos habla de la historia de los guerreros del arcoiris, un grupo étnico de Taiwán que se rebeló a la invasión japonesa. Los indígenas eran divididos en tribus rivales por religión, cultura y territorio de caza, pero se unieron para luchar contra un enemigo que los había hecho esclavos, bajo el liderazgo del heroe Rudo Mouna. Sus hermosos paisajes de la selva tropical hacen pensar en un Avatar oriental. Vemos dos horas y media de batalla en medio del lodo y la selva, armados con flechas y fusiles primitivos contra el gas tóxico lanzado por los helicópteros japoneses. Hay escenas violentas, por ejemplo de suicidio colectivo y cabezas cortadas, que representan una de las masacres más monstruosas de la historia a manos de los japoneses. El director de cuarenta años hasta ahora había realizado filmes de bajo presupuesto, hasta Cape No. 7 (2008) y ahora consigue esta súper producción.
Ni el festival de Venecia ni el de Toronto (que se lleva a cabo después), se resistieron a mostrar el filme W.E. de Madonna. La estrella de pop de 53 años dirige esta película sobre la historia de amor entre la americana divorciada Wallis Simpson y el rey Edward VIII, que por amor renunció al trono. La historia se toca brevemente en la película del año pasado El discurso del rey. La cinta estelarizada por Abbie Cornish y James Fox, es la segunda de la cantante como directora después de Filth and Wisdom (2008), que no tuvo muy buena acogida. La directora mantiene la originalidad en contar la historia con una estructura narrativa rudimentaria y llena de personajes inventados.
Una característica de este festival fue la predominancia del color rojo. Grandes cubos de plástico rojos adornaron la entrada del festival, el mismo color que adornaba el catálogo rojo o los pases de los periodistas. Como el clima caliente de una extraña tarde de verano, la atmósfera fue roja, en un evento lleno de pasión y energía.