Aron (Franco), ingeniero de profesión y adicto a la adrenalina de vocación, disfruta un fin de semana en el lugar que describe como su “segundo hogar”, el parque nacional Canyonland, en Utah. Va camino a escalar el cañón Blue John para disfrutar de una de las mejores y más altas bajadas a rapel. En camino de llegar a su destino una roca se suelta, dejando su brazo aplastado contra una de las paredes y, por consecuencia, a él atrapado dentro de una grieta del enorme cañón. Sin haberle dicho a nadie dónde se había ido, comienza una lucha desesperada por sobrevivir. Desprotegido ante el frío y casi sin comida ni agua, Aron comienza a ceder ante las adversidades. Entre alucinaciones y despedidas, que graba con su cámara de video, decide actuar ante una visión que le grita que no abandone la esperanza de vivir.
Danny Boyle, director de Slumdog Millionaire (2008), nos trae a la pantalla una historia basada en la verdadera hazaña de Aron Ralston. En una película que ha llamado la atención tanto de críticos como de espectadores, debido a la actuación de James Franco, y la manera preciosista de contar una historia que fácilmente se podría haber quedado como un best seller de autoayuda.
COZ