En 1983, Tami (Shailene Woodley) es un espíritu errante con un profundo amor hacia el mar abierto; la joven invierte sus días navegando por el mundo mientras trabaja en barcos, tratando de escapar de sus problemas familiares en San Diego, California. En Tahití, conoce a Richard (Sam Claflin), un capitán con más experiencia que disfruta de viajar en un barco que él mismo construyó. La química despierta entre la pareja, y pronto Tami y Richard son inseparables, planifican un futuro que los involucra a través del océano, con sueños de visitar Japón. Sin embargo, cuando llega la oportunidad de trasladar un yate a Estados Unidos, Richard acepta, tomando el mando del barco con Tami. Durante el traslado, la pareja se enfrenta a la violencia de un gran huracán. Poco después, Tami despierta en un barco destrozado, y Richard, malherido, se aferra a la vida.
No es tarea fácil hacer una película sorprendente sobre una historia real que fue cubierta extensamente en artículos de revistas, informes y noticias, e inspiró un libro de memorias sumamente popular titulado Red Sky in Mourning. Sin embargo, los creadores de A la deriva (Adrift, 2018) están dispuestos a asumir el desafío para convertir los lugares comunes en renovados momentos de tensión, contando la historia de Tami Oldham Ashcraft, quien sufrió las consecuencias de un violento huracán mientras navegaba por el Océano Pacífico en compañía de su novio. Es una historia desgarradora de supervivencia, pero el guion de Aaron Kandell, Jordan Kandell y David Branson Smith se encapricha por tomar el sendero del sentimentalismo, dándole preponderancia a la cursilería y dejándole poco espacio de maniobra al director islandés, Baltasar Kormákur, quien había mostrado un alto grado de visceralidad y crueldad en relatos sobre condiciones climáticas adversas como The Sea (2002), The Deep (2012) y Everest (2015). Kormákur entra en la inmensidad del océano, abriendo el filme después del huracán encontrando a Tami aturdida, presa del pánico y sangrando, mientras que Richard está flotando en algún lugar más allá del alcance inmediato, lo que requiere que la joven obtenga lo que queda de la nave en funcionamiento, esperando flotar hacia un rescate de su compañero. Es una manera sorprendente de inaugurar el relato, especialmente cuando es la única vez que la película se siente cómoda con la observación silenciosa. A la deriva es una conjunción de dos películas trenzadas juntas. Un lado representa la lucha de Tami y Richard para planear un rescate, lidiar con sus cuerpos destrozados y su comprensión amateur de las herramientas náuticas, con la esperanza de flotar hacia Hawái, que está a 1600 millas de distancia. La otra mitad de la historia ofrece escenas retrospectivas de un período más alegre, donde Tami y Richard se conocen en el medio del paraíso, compartiendo el amor por la navegación, haciendo planes para experimentar el mundo juntos. El contraste entre el nuevo amor cubierto de rocío y la pareja quemada por el sol enfrentándose a la deshidratación y el hambre mientras se somete al movimiento implacable del agua tiene potencial, pero el filme no confía en el horror de la angustiante situación que vivió Tami. El suspenso está ahí de forma intermitente, pero el guion no confía en los peligros inherentes y las pruebas de resistencia que debe asumir la protagonista, minimizando los horrores del mundo real para navegar en las convenciones melodramáticas de Hollywood.
Fecha de estreno en México: 19 de julio, 2018.