Video. Nuestra entrevista con Javier Colinas, director de 'A ti te quería encontrar'
Una noche, durante una elegante reunión en la Ciudad de México, Diego (Erik Elías) y su novia Julia (Paulette Hernández) formalizan su compromiso y, aprovechando la presencia de familiares y amigos, anuncian su futura boda. Poco después, ella debe mudarse unas semanas a Nueva York para tomar un curso de gastronomía molecular, pero promete comunicarse constantemente para planificar el casamiento. Un amigo cercano a la pareja, Jerónimo (Luis Arrieta), organiza una fiesta para despedir la soltería de Diego; entre música, baile, alcohol, juegos absurdos y bromas, el evento transcurre con toda normalidad, salvo que el número de invitados excede las normas del espacio en el que se lleva a cabo la fiesta: un hotel del Centro Histórico. Sin tomar en cuenta las advertencias de la responsable del lugar, Lu (Eréndira Ibarra), Jerónimo despliega una serie de fuegos artificiales. Sin embargo, la pirotecnia se descontrola ocasionando un severo incendio. Ante la molestia de la gerenta, Diego, arquitecto de profesión, se compromete no sólo a reparar los daños, sino a remodelar el recinto. Lu no está convencida del proyecto, pero la insistencia y las ideas vanguardistas de Diego la convencen. Aunque al principio se trata de una relación laboral, surge una atracción mutua que confunde a Diego, quien debe tomar decisiones respecto a sus sentimientos y su futuro inmediato.
A ti te quería encontrar (2018), dirigido por Javier Colinas (El cumple de la abuela, 2015), es un drama romántico que se centra en las confusiones que atraviesa un hombre enamorado de dos mujeres pertenecientes a distintos mundos. La relación estable de Diego con Julia comienza a tambalearse cuando aparece Lu, una joven que, a pesar de su semblante severo y tosco, deslumbra al protagonista debido a su sencillez, espontaneidad y franqueza. Aunque los primeros acercamientos entre Diego y Lu -en los que ella se muestra un tanto hostil- son representados de manera verosímil, la evolución de su amistad apenas se esboza en un par de secuencias, mientras que el enamoramiento se desarrolla de manera candorosa, pero un tanto artificial y cursi. Él cena en lujosos restaurantes de La Condesa o Polanco; ella prefiere las fondas del Centro y las cantinas de Coyoacán. Él llega a la Cineteca en su camioneta último modelo; ella, en Metro y bicicleta. Él ha viajado por todo el mundo, pero nunca ha comido chapulines; ella sueña con viajar a China y ama el cine francés en blanco y negro. Las oposiciones son establecidas por la guionista Tamara Argamasilla para enfatizar, de manera exasperante, las diferencias sociales entre los dos personajes y, tramposamente, elaborar un idílico cuento de hadas que busca exaltar una especie de amor puro capaz de derribar cualquier barrera. Para conocerse mejor, los personajes hablan hasta el cansancio -ya sea de sus metas, planes, familia, amigos, pasatiempos, lugares preferidos- y muchos de los diálogos se sienten forzados y fingidos. En una escena clave, quizá la única cargada de tensión debido a que llega el momento culminante para que Diego tome una decisión, el director opta por ocultar el diálogo verbal de los personajes, quienes mediante ademanes y gesticulaciones exacerbadas buscan transmitir las palabras que no escuchamos, restándole contundencia al único momento que amenazaba con estallar.
Fecha de estreno en México: 29 de junio, 2018.