El astronauta y comandante Roy McBride (Brad Pitt) lidera un equipo comprometido con la localización de formas de vida extraterrestres en la estratosfera, cuando un repentino aumento de energía casi le costó la vida. Este incidente es el último de una larga serie de catástrofes recientes que han ocurrido en la Tierra, causadas precisamente por sobretensiones eléctricas generadas por explosiones radiactivas. La inteligencia estadounidense entiende que el problema es el resultado de los rayos cósmicos que emanan de las explosiones que ocurren cerca del planeta Neptuno, donde tuvo lugar el Proyecto Lima, una antigua misión cuyo transbordador espacial desapareció 16 años después de la partida. No es un hecho secundario, el comandante del proyecto era el padre de Roy, H. Clifford McBride (Tommy Lee Jones), un astronauta legendario cuyos rastros se han perdido y que él cree que ahora está muerto. Sin embargo, Roy continúa idolatrándolo, ya que él mismo heredó una increíble tolerancia al riesgo de su padre y la convicción de que todas las respuestas a los enigmas físicos y metafísicos de la vida residen en el espacio más profundo. Un día, los funcionarios del gobierno de los Estados Unidos se presentan ante Roy para pedirle que participe en una nueva y peligrosa misión. El hombre comienza así un viaje al cosmos hacia Neptuno en busca de varias respuestas y verdades sobre la humanidad, su padre y él mismo.
El punto focal de Ad Astra es claramente la necesidad de Roy de llenar una profunda falta existencial que no puede expresar. La historia, escrita por el director James Gray junto con Ethan Gross, se refiere esencialmente a la profunda soledad del protagonista, su incapacidad para comunicarse con los demás, el hecho de que realmente no conoce a esas personas y que estas personas también tienen interés en preservar esta distancia. Cuantos más enlaces haya, mayor será el riesgo para la misión y el peligro personal. Roy se encuentra con estos seres humanos que entran y salen de su trayectoria, pero no está interesado en absoluto en su realidad, se siente completamente vivo solo cuando está al borde de la atmósfera de la tierra, muy lejos, en la exploración. Él está bien así. Tiene una relación con Eve (Liv Tyler), ambos parecen amarse mutuamente, pero hay algo que lo bloquea y lo mantiene alejado de ella. La causa de su incomodidad es su padre, quien lo abandonó cuando era niño, lo que le impidió establecer una intimidad en su vida. Roy emerge, por lo tanto, no solo como un personaje único, sino como una persona solitaria, una persona que prefiere el aislamiento. Y esta situación frustrante genera una creciente ansiedad y represión emocional que solo le permitirá comenzar a explorar los lazos humanos en la Tierra y cerrar su viaje introspectivo una vez que se superen. Ad Astra no habla de un futuro hipotético, no necesariamente posible, ni siquiera profético, sino que es simplemente una película que cuenta, anclada fuertemente a la realidad (incluso el CGI es limitado), qué podría suceder si la exploración del espacio continúa y si tarde o temprano realmente colonizamos la Luna, Marte y otros planetas. Y si con este objetivo, hoy utópico, también llevaríamos con nosotros los errores y temores inherentes a los seres humanos. James Gray ha señalado sin reservas que se inspiró en las investigaciones del físico ganador del Premio Nobel, Enrico Fermi, “el arquitecto de la era nuclear”, pero también en la novela de Joseph Conrad, El corazón de las tinieblas, ya estudiada en su filme anterior The Lost City Of Z, y en Apocalypse Now de Francis Ford Coppola, hibridándolos con las historias muy concretas de las misiones espaciales Apolo y Mercurio. Sin embargo, la fuerte influencia de Moby Dick de Herman Melville también salta a la vista en el personaje de Clifford McBride, un hombre obsesionado por la “ballena blanca”, que en la película toma la forma de vidas no humanas que pueden ayudarnos a encontrar respuestas a nuestras preguntas existenciales.
Fecha de estreno en México: 20 de septiembre, 2019.