Alejandro (Armando Hernández) es un joven retraído que trabaja en un pequeño supermercado al lado de Gloria (Catalina López) –su compañera– y Hernán (Ari Brickman) –gerente de la tienda–. Abatido en la monotonía, Alejandro sigue a diario la misma rutina; despierta, trabaja, come, duerme y vuelve a despertar. Su día libre lo aprovecha para encerrarse en un pequeño y desordenado departamento, mientras su hermano Andrés (Alan Chávez) –que no estudia ni trabaja– chatea con una “novia” y fantasea con el cibersexo. Alejandro conoce a Andrea (Ximena Romo), su nueva compañera, quien le inyecta energía y le da a sus días una dinámica distinta. No obstante, el joven debe afrontar el trastorno obsesivo compulsivo que padece para seguir adelante.
Un filme que retrata el hastío y aburrimiento de una sociedad alienada. El realizador Diego Cohen muestra, acertadamente, los despejados pasillos del supermercado como alusión al vacío existencial del protagonista; un ser oxidado, de enmohecida actitud, que sólo encuentra satisfacción en la banda que transporta los productos, como si esa máquina fuera una extensión de su limitado cuerpo.
LFG (@luisfer_crimi)
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