Inspirada en el doble suicidio del poeta romántico alemán Heinrich von Kleist y su compañera Henriette Vogel en 1811, Amour Fou (2014) de Jessica Hausner navega entre el cine histórico y la comedia romántica, con una narrativa sutil e inteligente, extremadamente estilizada. En Amour fou no abundan los besos apasionados o las cenas bajo la luz de una vela, sino las conversaciones que indagan en el significado del amor verdadero mientras se toma el té o después de escuchar una sonata. Heinrich (Christian Friedel), un joven poeta alemán de la nobleza berlinesa del siglo XVIII, de personalidad narcisista y egoísta, suele frecuentar esas reuniones en las que deja claro su desencanto del mundo. Heinrich quiere morir pero no solo. Durante los último meses ha buscado convencer a las mujeres de las que se enamora de matarse con él. Después de sus múltiples fracasos que incluyen a su prima María, centra su atención en Henriette Vogel (Birte Schnoeink), una joven señora y madre de temperamento apacible, que se siente atraída por los poemas de Heinrich —que idealizan el amor imposible—, y a quien poco a poco él consigue deslumbrar. Pero sus argumentos de que la perfecta felicidad se alcanza con la muerte conjunta del amado, no convencen a Henriette. Al poco tiempo una enfermedad desconocida quebranta la salud de la mujer. Quien comienza a sopesar la posibilidad de la propuesta del hombre.
En Amour fou, cada secuencia tiene un acabado pictórico gracias al manejo de la luz natural, los vestuarios, los tapices perfectamente ordenados y calibrados —de manera que incluso el perro de la familia Vogel parece haber vestido sus mejores galas—. A través de esta dramaturgia escénica, Hausner consigue confinar a los personajes en sus palacios, lánguidos y ociosos prestos a la depresión, en busca de una respuesta final.
VSM (@SofiaSanmarin)