Un plano cenital nos muestra el sendero que recorre un automóvil, al volante se encuentra Ricardo (voz de Damián Alcázar), a su lado, Carmen (voz de Marina de Tavira), su mujer, que conversa animadamente con su hija Ana (voz de Galia Mayer). La niña se siente entusiasmada porque tiene unas inmensas ganas de conocer el mar, por lo que habla con su mamá de sus planes cuando lleguen a su destino. Una enorme mansión a la orilla del mar los recibe, junto con un xoloitzcuintle llamado Choco que inmediatamente se vuelve un compañero de aventuras de la niña. Mientras Ana observa el tan anhelado mar junto al perro, su padre le dice a su madre que volverá la próxima semana por ella, subiendo al coche y alejándose sin despedirse de la niña. Cuando suben a la habitación que les han designado, Ana interroga a su madre sobre el comportamiento de su padre, creyendo que Ricardo está enojado, pero Carmen la tranquiliza diciéndole que su padre la ama profundamente y logra que la niña se quede dormida. Ana despierta tras escuchar ruidos del otro lado de la puerta, creyendo que se trata de Choco; pero cuando sube al siguiente piso se tropieza con Bruno (voz de Silverio Palacios), un ser verde y con orejas alargadas que se dirige hacia la despedida de Piripitín, un amigo imaginario que desapareció tan pronto su creador –Roque (voz de Alejandro Villeli)- fue llevado al tercer piso y conectado a la máquina del olvido. En la reunión por el difunto, Ana conoce a un pintoresco grupo de personajes: un elefante rosa gigante, una piñata voladora, una taza de baño animada y un reloj con patas, entre otros. Mientras conversan, un intruso se acerca al lugar; se trata de un enorme monstruo de fuego que comienza a atacarlos. Todos desaparecen, excepto Ana, que corre hacia el piso de abajo y le cuenta lo que acaba de suceder a su madre. Aunque en un principio Carmen no le cree, cuando finalmente logra ver a la bestia, madre e hija se las arreglan para escapar y en un malentendido, culpan a la madre de lo ocurrido y la encierran en una habitación. Ana le promete que buscará a su papá y que regresarán por ella. A partir de ese momento, Ana, Bruno y su nuevo grupo de amigos, emprenden un viaje para evitar que su madre sea conectada a la máquina del olvido.
En 1994, Carlos Carrera (Un embrujo, 1998; El crimen del Padre Amaro, 2002) ganó la Palma de Oro en el Festival de Cine de Cannes por su cortometraje El héroe (1994), una crítica a las urbes sumidas en una profunda alienación, así como la necesidad de agentes de cambio (héroes) que buscan irrumpir ante la apatía constante de las personas. Con Ana y Bruno (2017) -nuevamente una animación-, el cineasta navega por temas como el abandono, el duelo, la amistad y los vínculos familiares, haciendo uso de personajes que mantienen una estética similar a la de El Héroe –rostros angulosos con grandes y profundas ojeras negras y un fondo que oscila entre una variedad de tonos ocres-, pero con la marcada evolución tecnológica que ofrecen más de 20 años de diferencia y una oscuridad que rara vez se encuentra en los filmes dedicados a la audiencia infantil. Al contrario del cortometraje, el filme mantiene un halo esperanzador ante las dificultades a las que se enfrenta Ana, mostrando en esta serie de criaturas fantásticas -que concretamente son el tormento de los pacientes del sanatorio- un sostén emocional para la niña, construyendo en esos espacios obscuros un amable punto de vista sobre lo que ocurre al interior de un hospital psiquiátrico. El meticuloso cuidado que se tuvo en la propuesta estética de cada uno de los amigos imaginarios, permite observar la dedicación ante la representación de varias fobias –arañas, inodoros, el sonido de un reloj o extraños seres amorfos- y la personalidad con la que se dota a cada uno de ellos. La elección de las voces para el doblaje de la cinta es sumamente atinada: Alcázar, de Tavira, Héctor Bonilla, Julieta Egurrola y Regina Orozco, entre otros, se acoplan a sus papeles, dejando que los seres fantásticos fluyan a través de ellos y no al contrario. Probablemente, uno de los aspectos que demerita el trabajo del doblaje, son los modismos de antaño, frases que los niños de esta era no ocupan como lenguaje cotidiano y que pueden desentonar en la inmersión de la trama. Si bien el guion realizado por Flavio González Mello permite vislumbrar desde los primeros minutos el vuelco narrativo que se aproxima, esto no demerita en absoluto la fluidez del filme, ya que no hacen uso de este acontecimiento como un pretexto para crear un arco dramático innecesario, sino que se apropian de eso y lo convierten en uno de los motivos que impulsaran a Ana a unir a su familia.
Fecha de estreno en México: 31 de agosto, 2018.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional