Después de haber perdido a su pequeña hija en un trágico accidente, los padres afligidos –Samuel (Anthony LaPaglia) y Esther (Miranda Otto)– ofrecen su casa para hospedar a un grupo de niñas huérfanas que viven bajo la tutela de Charlotte (Stephanie Sigman), una joven monja dispuesta a ayudar a las jovencitas. Las más pequeñas son Linda (Lulu Wilson) y Janice (Talitha Bateman), fieles amigas que desean ser adoptadas por la misma familia para poder seguir juntas. Janice lucha contra los efectos paralizantes de la poliomielitis que padece, poniendo distancia entre ella y sus compañeras más grandes. Una noche, Janice entra en una habitación prohibida y descubre una muñeca con dos trenzas y un vestido blanco que se asemejan al atuendo de la hija de Samuel que murió años atrás. Este fatídico encuentro desata una serie de espeluznantes acontecimientos dentro de la casa, poniendo en peligro a todos los que ahí habitan.
Annabelle 2: La creación (Annabelle: Creation, 2017) es, definitivamente, mucho más concisa, congruente y perturbadora que la primera película de la muñeca maldita –aquella dirigida por John R. Leonetti en 2014–. El realizador sueco, David F. Sandberg (Lights Out, 2016), logra, con perspicacia e inteligencia, mover hacia atrás las agujas del tiempo para trasladar al espectador a los orígenes de la posesión demoniaca de la muñeca. Sandberg ha demostrado ser un excelente artesano dentro del género de terror; el director cocina a fuego lento los rasgos siniestros del relato. No hay prisa por provocar sustos y sobresaltos en la audiencia, al contrario, con mucha paciencia nos introduce en el contexto árido en el que se ubica la casa, en cada oscuro rincón de la mansión y en las mentalidades de los personajes, mientras que el aislamiento, los traumas y miedos de Janice toman forma poco a poco. La primera parte de la película es una escalada lenta en la que la angustia avanza escena tras escena, noche tras noche, gracias a la manera tan detallada en que el cinefotógrafo Maxime Alexandre (Haute tension, 2003) muestra los objetos cotidianos: muñecas, juguetes de madera, coches en miniatura, títeres, fotografías. Y de repente, estallan los recursos clásicos del horror –suelos que crujen, puertas chirriantes, susurros constantes, misteriosos pasos haciendo eco por el pasillo vacío. La inquietud de lo oculto y la sugerencia de que cualquier cosa puede suceder en cualquier momento son finamente manipuladas por Sandberg, pero irónicamente la película pierde su terrorífica atmósfera cuando los fantasmas se manifiestan de una manera más concreta y conducen a la explicación final.
Fecha de estreno en México: 17 de agosto, 2017.