Annie, la niña huérfana de 11 años, pecosa y de rizos pelirrojos de la tira cómica Little Orphan Annie (1924), fue llevada por primera vez a la pantalla grande por John Huston —quien a su vez la adaptó de un musical de Broadway— en 1982, bajo el título de Annie. La película de Huston resultó un relato divertido y armonioso en donde las imágenes típicas de la Gran Depresión aparecen como un gran telón de fondo, convirtiéndose con el paso de los años en un clásico del cine musical. La modernización de este clásico llega con la propuesta de Will Gluck (Friends with Benefits, 2011) quien deja atrás a la Annie pelirroja y la sustituye por una niña de rasgos afroamericanos interpretada por Quvenzhané Wallis (Beast of Southern Wild, 2012). La historia tampoco se desarrolla durante la Gran Depresión sino en la Nueva York contemporánea, donde la huerfanita vive bajo el cuidado de la señorita Hannigan (Cameron Diaz), en un departamento del barrio de Harlem. La mujer es una alcohólica y frustrada excantante, que funge como madre temporal de Annie y cinco niñas más. Annie guarda la esperanza de que sus padres regresen a buscarla, piensa que las pistas —una carta y un relicario— que dejaron junto a ella en el restaurante que la abandonaron son las claves para encontrarla. De manera religiosa, la niña visita cada viernes el establecimiento con la esperanza de reencontrarse con ellos. Un día de tantos, la casualidad y la testarudez de Annie hacen que su camino se cruce con el del multimillonario Will Stacks (Jamie Foxx), un empresario entregado a su trabajo y que está postulándose para ser alcalde de la ciudad, y que odia el contacto con las demás personas independientemente de su clase social o género. Tras este primer encuentro, uno segundo tiene lugar cuando Stacks —aconsejado por su asesor (Bobby Cannavale)— comprende que su trato con la huérfana le puede atraer mayores votos y de paso promover sus intereses comerciales.
Si la versión musical de Huston destaca por secuencias coreografiadas en las que encajan de manera cadenciosa las melodías, que van de lo festivo a lo melancólico y viceversa, en momentos bien ejecutados: buen ritmo, letras que se acoplan en un contexto y lugar determinado. En la versión de Gluck, no hay un solo lapso en el que se sienta que la música fluya con naturalidad. El montaje es fallido sobre todo en los momentos cantados por la protagonista y los personajes secundarios (Foxx, Diaz), en los que se nota el playback y la desincronización entre la actuación en relación con lo que se canta (una pobreza bastante evidente en los números musicales). La acartonada dirección de Gluck presenta también a unos personajes adultos que se comportan como si tuvieran 11 años, y que se ven sometidos a algunos diálogos un tanto forzados. Un guión obvio en el que además los personajes cambian de motivaciones por motivos azarosos, sin absolutamente ningún trabajo de desarrollo. Wallis no emociona, no desentona pero tampoco impacta ni conmueve, su personaje es plano y artificial. Sin duda, la Annie de Gluck no quedará como un referente de cómo hacer un buen musical cinematográfico.
VSM (@SofiaSanmarin)
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Fecha de estreno en México: 23 de enero, 2015.