Charley (Charlie Plummer) se ha mudado junto con su padre -Ray (Travis Fimmel)- a Portland. Ambos mantienen una dinámica afable, a pesar de que Ray trabaja gran parte del día y el resto lo utiliza para salir con una mujer casada. La vida en Delta Park es demasiado tranquila para un adolescente, por lo que la única distracción que tiene es correr por la zona hasta cansarse. En uno de sus recorridos, Charley encuentra un hipódromo y diariamente corre en la periferia del lugar. Cuando Del (Steve Buscemi), un entrenador de caballos, necesita ayuda con una llanta ponchada, el joven lo auxilia y le pide que le permita acompañarlo a su siguiente carrera. El hombre lo contrata y le da tareas que van desde limpiar el establo hasta subir a los animales a la camioneta de carga. Charley se siente cómodo en su nuevo trabajo y comienza a crear un vínculo con uno de los corceles, “Lean on Pete” (El confiable Pete); mientras mayor es su interés por el caballo, comienza a notar los trucos que Del emplea para hacerlo ganar en las carreras. Después de uno de los eventos ecuestres, el adolescente regresa a casa a dormir, pero unos golpes en la puerta de la entrada lo despiertan. Un hombre entra y después de una violenta discusión con su padre, lo hiere. Con Ray en el hospital, Charley debe esforzarse mucho más para conseguir dinero, pero cuando Pete pierde una carrera y Del decide venderlo, el joven toma una drástica –pero significativa- decisión que lo llevará hacia un nuevo horizonte.
Apóyate en mí (Lean on Pete, 2017), el cuarto largometraje de Andrew Haigh (45 Years, 2015; Weekend, 2011), podría verse como un sencillo coming of age, pero el director acertadamente despoja de cualquier belleza la trama del crecimiento y la sitúa en una zona marginada de Oregón, donde un joven tímido genera un fuerte vínculo con un caballo. La similitud entre Charley y Pete queda asentada después de las primeras conversaciones: el adolescente es demasiado delgado para ser una estrella del futbol americano y también posee un carácter pasivo, algo que lo hace muy vulnerable; el caballo es un “cobarde” (así lo llama Del) que se altera incluso con el menor sonido que escucha, además, ya tiene cinco años, por lo que sus días de carreras están por terminar. El joven siente aprecio por la bestia –en parte debido al tiempo que convive con ella-, pero en varias ocasiones Bonnie (Chloë Sevigny), la jockey de Del, le hace hincapié en la importancia de no formar un lazo con el equino: “No son mascotas. Sólo sirven para correr”, le puntualiza en algún momento. A pesar de ello, y en su momento más vulnerable, Charley decide salvar al caballo y emprende con él una travesía que lo lleve hacia donde está la única persona que aún lo ama –su tía Margy (Alison Elliott)-. La conexión que el adolescente genera con el caballo, mantiene ciertas similitudes con las sucedidas en otros filmes ingleses: Kes (1969), de Ken Loach, donde un niño crea un lazo emotivo con un halcón o el caballo de Swifty que Arbor termina cuidando en The Selfish Gigant (2013), de Clio Barnard. Mientras el joven y su compañero equino recorren el frío desierto, Charley desahoga con él todos aquellos pensamientos que nunca había contado a nadie –tal como el chofer le cuenta sus penas a su caballo en La tristeza, de Antón Chéjov-. Entre las noches estrelladas que comparten, es posible observar –gracias al magnífico lente de Magnus Nordenhof Jønck (Krigen, 2015)- enormes parajes solitarios que reflejan la inmensidad a la que se enfrenta Charley. La realidad que hace evidente Haigh, está muy alejada de las clases medias estadounidenses. Aquí no hay costosos celulares ni videojuegos con los que el protagonista pueda pasar sus días, hay camas sucias, rentas que pagar y solo la comida necesaria para engañar a un estómago. Tendemos a observar a los niños desvalidos en todo el cine excepto en el de Hollywood, que convierte este espacio en una zona invisible donde la pobreza jamás es reflejada, y cuando sucede, es solo un retrato amable de lo que en verdad pasa ahí, y es, en este acierto ante lo evidente, donde el director logra mostrar, con una hábil narrativa -y la delicada y emotiva interpretación de Plummer- todas esas capas que cubren la miseria humana en un país del primer mundo.
Fecha de estreno en México: 24 de agosto, 2018.
Consulta horarios en: Cinépolis, Cinemex, Cineteca Nacional