Michael (Dave Bautista) es un exmilitar que no puede superar el horror de perder a un querido amigo en el campo de batalla en Afganistán. Al sentirse culpable de esa tragedia, Michael intenta brindarle apoyo a la familia de su amigo que vive en Inglaterra, incluida Danni (Lara Peake), una adolescente rebelde. Al llegar su visita anual, Michael tiene un par de boletos para un partido de futbol de las semifinales de la Copa Europea entre el equipo local -el West Ham- que recibe al Dinamo de Rusia. Llegando al estadio, la atención de Michael se dirige a hombres extraños que deambulan por las gradas, perdiendo de vista a Danni que es convencida por un chico rebelde de abandonar su asiento para divertirse en algún pasillo. El hombre entra en un estado de pánico para encontrarla. Su preocupación aumenta con la aparición de Arkady (Ray Stevenson), un exrevolucionario ruso que busca a su hermano, el exlíder de un movimiento social, Dimitri (Pierce Brosnan), para llevarlo de nuevo a casa. El problema es que está dispuesto a recurrir a medidas radicales -que involucran explosivos en el estadio- para conseguir su objetivo.
El lazo de amistad y cariño entre Michael y Danni funciona desde el principio de manera plausible ofreciéndole peso emocional a Atentado en el estadio (Final Score, 2018), una película de acción que abiertamente se nutre de otros exponentes del género –desde el deseo de protección y venganza en Taken hasta la velocidad de Fast & Furious pasando por los modos de eliminar enemigos de Die Hard- y los explota con resultados irregulares. La joven está particularmente confundida con respecto a los últimos momentos de vida de su padre, cuestionando el heroísmo mientras Michael, quien sabe demasiado sobre la guerra, el horror y el honor, intenta aplacar cualquier sugerencia de cobardía. Si bien es cierto que Arkady es un villano decepcionante –porque nunca se explican sus verdaderas motivaciones para hacer estallar un estadio repleto de 35,000 fanáticos ruidosos- y el guion se pierde al momento de querer lanzar comentarios políticos sobre los conflictos en Europa del Este, el filme mejora cuando el director Scott Mann se concentra exclusivamente en los ritmos de la acción, que oscila de la brutalidad a la extravagancia. Vemos a Michael en movimiento mientras se enfrenta a los terroristas rusos dentro de la cocina del estadio (con aceite hirviendo que representa un desafío único para la autodefensa) y un tramo del techo del estadio, que se convierte en una pista para una persecución en motocicleta. Las acrobacias son coreografiadas de manera intensa, frenética, pero organizada y sin perder su sello de exuberancia y espectacularidad. Bautista es una poderosa masa dispuesta a sumergirse en momentos absurdos, incluyendo una espectacular caída del techo que desemboca en una de las pantallas del estadio. Este tipo de momentos funcionan para darle ese impulso atractivo –y locura- al filme. Atentado en el estadio es como ese balón que con el paso del tiempo se desinfla; cuando Mann repentinamente se interesa en los detalles sombríos de la relación de Arkady y Dimitri, el relato entra en una etapa de aletargamiento.
Fecha de estreno en México: 8 de febrero, 2019.