Ambientada a lo largo de la década de 1970 hasta 1985, la película sigue las aventuras de Barry Seal (Tom Cruise), un piloto de la línea aérea TWA que, motivado por su espíritu temerario y necesidad endógena de adrenalina, acepta pilotar un pequeño avión de reconocimiento en nombre de la CIA. Todavía estamos en medio de la Guerra Fría y el objetivo de estos vuelos, con registro fotográfico adjunto, es obvia: inventariar las actividades “antiamericanas” en los países de Centro y Sudamérica para evitar que los regímenes socialistas, tal vez con el apoyo de la URSS, lleguen al poder. Pero Barry quiere más: más peligro, más adrenalina, más dinero. Entonces, el piloto es contactado por Pablo Escobar y sus asociados, quienes le piden llevar en sus vuelos varios kilos de cocaína para su distribución en Estados Unidos. Doug Liman (Edge of Tomorrow, 2014) construye con cuidado la película biográfica del mercenario, traficante e informante que, luego de ser arrestado por lavado de dinero y contrabando, negoció hábilmente un acuerdo con el gobierno para colaborar con la DEA revelando maniobras y estrategias que le eran sumamente útiles al gobierno estadounidense liderado por Ronald Reagan. El director conjuga las aventuras y los enredos de Barry con una serie de confesiones que el protagonista grabó en video –destacando el uso de imágenes en formato VHS como instrumento narrativo–. La acción y el melodrama doméstico (Barry tiene serios problemas con su esposa porque no le revela para quiénes trabaja) se alternan ofreciendo mucho material superficial y desembocando en un ritmo irregular.
Fecha de estreno en México: 14 de septiembre, 2017.
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