Ambientada en la antigua Jerusalén del año 33 d.C., Judah Ben-Hur (Jack Huston), es un príncipe judío falsamente acusado de traición por su hermano adoptivo Messala (Toby Kebbell), un oficial del ejército romano. Despojado de su título, separado de su madre (Ayelet Zurer), su hermana (Sofia Black-D'Elia) y la mujer que ama (Nazanin Boniadi), Judah se ve obligado a trabajar como esclavo. Pero después de años en el mar, regresa a su tierra natal para buscar venganza contra su despiadado hermano.
Dirigida por el cineasta ruso, Timur Bekmambetov (Wanted, 2008; Abraham Lincoln: Vampire Hunter, 2012), esta nueva adaptación cinematográfica de la novela Ben-Hur: A Tale of the Christ, escrita por Lewis Wallace en 1980, está muy lejos de la impetuosa película silente que creó Fred Niblo en 1925 y de la épica de Hollywood dirigida por William Wyler en 1959. Más allá de ser la pálida sombra de sus predecesores, el principal error cometido por los responsables de Ben-Hur (2016) es la descomunal obsesión por tratar de convertir los clásicos en piezas posmodernas mediante el uso de un lenguaje audiovisual muy cercano a los terrenos de la publicidad y el videoclip (breve duración de los planos, un ritmo acelerado, edición frenética, la inserción de planos inesperados, rupturas en el montaje, y la adición del tema musical de Andra Day, “The Only Way Out”) para acercarse a un público joven, a las nuevas generaciones. El guión escrito por Keith R. Clarke (The Way Back, 2010) y John Ridley (ganador del Oscar por 12 Years a Slave, 2013) describe de manera frívola la rivalidad entre los hermanos, mientras que el tratamiento del tema de la venganza no es visceral, sino superficial, como si fuera un simple trámite para cumplir con las etapas del relato. Bekmambetov apenas puede disimular su falta de interés en la profundización del drama y en las complejidades de sus personajes, enganchándose solamente en el aspecto técnico de las bien ejecutadas coreografías de combates, en la extraordinaria secuencia de la carrera de carruajes y en el ataque marítimo que sufre el bote de Ben-Hur, quizá el momento más atractivo del filme por su capacidad para describir visualmente los horrores de la esclavitud. Aunque posee un gran toque humano para representar de manera elegante la muerte de Cristo, Bekmambetov peca de ingenuo y opta por confeccionar una epopeya sobre la fe y el perdón en un mundo perverso y hostil, privilegiando la atmósfera del amor y la reconciliación por encima del odio.
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Fecha de estreno en México: 19 de agosto, 2016.